Igual que Adán, la mujer no fue llamada a la existencia como el resto de la creación. A diferencia de Adán, sin embargo, no fue una criatura independiente tomada del polvo. Dios formó a la mujer de una parte del hombre. Adán supo la diferencia instantáneamente, pues proclamó: "Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne" (Génesis 2:23). El hombre es honrado al reconocer que la mujer fue creada de él. La mujer es honrada por el reconocimiento de que el hombre está incompleto sin ella. En humildad, la mujer reconoce que fue hecha del hombre. En humildad, el hombre reconoce que está incompleto sin la mujer. No fueron creados para estar en competencia uno con el otro. Eva vino a la existencia por el poder de Dios, a partir del hombre, y es llamada ayudante de él en relación complementaria.
El hecho de que Satanás pudiera engañar a Eva, lo que la llevó a creer en una mentira, es una seria realidad de la vida. Las personas buenas, aún las inocentes pueden ser engañadas. El engaño es la más grande herramienta de Satanás, porque si las personas supieran que están siendo engañadas, ya no lo estarían más. El engaño ocurre cuando la persona cree que algo es verdad y en realidad no lo es. Creer las mentiras de Satanás trajo juicio inmediato sobre Eva: "Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti" (Génesis 3:16).
Cualquier madre podría testificar que la primera parte de la maldición es cierta. La segunda ha sido bastante más difícil de resolver en nuestros hogares, iglesias y sociedades. Pablo escribió: "Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio". El orden de la creación es la base para esta instrucción a las iglesias. El tema es de autoridad, no de inferioridad, no para apagar la contribución de la mujer a la Iglesia. Cada hijo de Dios está dotado sin tener en cuenta su género, y cada hijo de Dios debería ser animado a usar sus dones y talentos para la gloria de Dios. No permitir a una mujer enseñar (verso 12) se refiere más bien a establecer la doctrina, antes que a proclamar la verdad en amor, lo cual todos hemos recibido la orden de hacer.
Llevar estas recomendaciones al extremo ha causado penurias no merecidas a las mujeres de este mundo, y les ha impedido hacer una valiosa contribución a la Iglesia y la sociedad. El otro extremo es el de las mujeres rebeldes contra este mandamiento, lo que da como resultado que la palabra de Dios sea deshonrada (Tito 2:5). Estar bajo autoridad espiritual es para nuestra protección, y estar sumisos no implica inferioridad. La imagen de Dios está igualmente presente en mujeres y hombres. A las mujeres se les ha dado igual estatus que a los hombres en cada lugar donde el cristianismo ha florecido.
"Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada varona, porque del varón fue tomada" (Génesis 2:23).
Pensamiento para el día: ¿Su relación con el otro sexo es complementaria o competitiva?