La primera referencia histórica al manuscrito Voynich se remonta a 1580, cuando el emperador Rodolfo II de Habsburgo, apasionado por las ciencias ocultas, la magia y las curiosidades insólitas, lo adquirió por 600 ducados. El códice fue vendido por dos ingleses: John Dee, un místico que aseguraba comunicarse con ángeles a través de piedras, y Edward Kelley, conocido por su reputación de estafador.
Saberes prohibidos
Wilfrid Voynich, un polaco exiliado por razones políticas, se trasladó a Inglaterra donde, tras una vida llena de dificultades, se convirtió en un destacado comerciante de libros raros. Estaba convencido de que el manuscrito, que hoy lleva su nombre, contenía secretos alquímicos capaces de revolucionar la ciencia moderna si algún día lograban descifrarlo.
El texto del manuscrito es ininteligible, mostrando una mezcla de palabras que parecen carecer de sentido lógico, como “se osam ceetosas qopercetos detetiosus opercetios…”, entre otras similares. Junto a este enigma textual, el códice incluye ilustraciones de diagramas zodiacales, figuras femeninas desnudas en lo que parecen ser piscinas, representaciones astronómicas y una sección dedicada a la farmacología.
Un contenido misterioso
Leer másLos textos sagrados de la antigua Orden JediEl manuscrito está dividido en varias secciones, diferenciadas por el tipo de ilustraciones que contiene. La más extensa es un herbario, donde se muestran plantas desconocidas que no han podido identificarse con ninguna especie real. Esto ha llevado a algunos investigadores a considerar que el manuscrito podría ser una elaborada farsa.
Entre las hipótesis más difundidas, se sugiere que John Dee y Edward Kelley podrían haber creado el manuscrito como un ardid para engañar a Rodolfo II y obtener su fortuna. Sin embargo, esta teoría presenta dificultades, ya que los análisis de radiocarbono han datado el pergamino entre 1404 y 1434, mucho antes de que ambos vivieran.
El arte del cifrado
Desde la invención de la escritura, las culturas han desarrollado sistemas de cifrado para proteger información sensible. Sin embargo, a pesar de que la mayoría de estos códigos han sido descifrados con el tiempo, el Voynich sigue siendo un enigma sin resolver. El manuscrito, escrito en vitela, contiene 232 páginas (algunas desplegables) y 37.919 palabras formadas con 25 caracteres distintos. A pesar de la aparente coherencia de su escritura, no tiene autor conocido, título, ni una estructura organizativa convencional.
Leer másLos secretos de los principios y el entrenamiento JediDesde el siglo XVI, figuras como Jacobus Horcicky, Georg Barsche y Johannes Marcus Marci intentaron descifrar el códice sin éxito. Incluso Athanasius Kircher, famoso por sus intentos de descifrar jeroglíficos egipcios, fue incapaz de desvelar su contenido. En el siglo XX, William R. Newbold, un profesor de la Universidad de Pensilvania, dedicó años al análisis del manuscrito, llegando a obsesionarse hasta el punto de sufrir graves problemas de salud.
Métodos modernos, misterios antiguos
A lo largo de los años, se han utilizado diversas técnicas para intentar desentrañar el Voynich: sustitución de letras, asignación de valores numéricos, e incluso programas computacionales capaces de generar cientos de miles de combinaciones posibles. Sin embargo, todas estas aproximaciones han fracasado. Algunos investigadores sugieren que el manuscrito podría estar escrito en un lenguaje secreto, apodado “voynichés”, que incluiría relatos esotéricos y símbolos alquímicos.
Una de las teorías más recientes proviene de Greg Kondrak y Bradley Hauer, de la Universidad de Alberta, quienes han aplicado inteligencia artificial para identificar el hebreo como la lengua más probable del manuscrito. A pesar de este avance, el códice sigue siendo impenetrable.
Hipótesis y teorías extravagantes
A lo largo del tiempo, se han propuesto teorías tan diversas como extravagantes sobre la autoría del manuscrito. Algunos sugieren que fue escrito por el monje inglés Roger Bacon, aunque esto es improbable debido a la discrepancia en las fechas. Otros lo atribuyen a los cátaros, a Leonardo da Vinci, o al arquitecto Filarete. Incluso se ha propuesto que el manuscrito pudo haber sido un trabajo encriptado relacionado con rituales esotéricos del Renacimiento.
Uno de los detalles más desconcertantes es la precisión con la que fue elaborado: parece haber sido escrito por una sola mano con una caligrafía uniforme y segura, algo extremadamente raro en manuscritos de la época. Esto ha llevado a algunos a especular que pudo haberse utilizado algún tipo de plantilla o sistema mecánico para lograr tal regularidad.
¿Fraude o tesoro histórico?
Ante la imposibilidad de descifrar su contenido, algunos expertos, como Gordon Rugg de la Universidad de Reading, han defendido la teoría de que el Voynich es un fraude elaborado. Sin embargo, esta hipótesis no concuerda con el hecho de que el manuscrito fue creado un siglo antes de que Edward Kelley pudiera haberlo falsificado.
En resumen, el manuscrito Voynich sigue siendo un enigma sin resolver. No se ha encontrado ninguna clave que permita traducirlo, y el texto no sigue las reglas semánticas de ningún idioma conocido, aunque respeta ciertas leyes formales como la ley de Zipf, relacionada con la frecuencia de las palabras. Mientras tanto, su misterio sigue fascinando a estudiosos y entusiastas por igual, dejando abierta la posibilidad de que algún día sus secretos sean finalmente revelados.