¿Es El
enigma Pertierra un cómic siquiera? ¿O se trata más bien de un objeto
postmoderno? En su prólogo el propio Fernando Marías nos arroja algo de luz
sobre la cuestión (o no): “En noviembre de 2009 la editorial SM encargó al novelista
Fernando Marías la escritura de una novela que habría de ser la primera del género
«transmedia» escrita en idioma español para jóvenes. Con el término «transmedia»
se denominaba un género, incipiente entonces, que reuniera, además de letra
impresa, opciones como páginas web, conexiones YouTube, etc.” La transmedialidad
—añadimos nosotros— es una variante de ese concepto más amplio (tan conectado con la postmodernidad) que se denomina
«intermedialidad» y que refiere a las relaciones, préstamos, citas, reciclajes,
adaptaciones, etc., que se dan entre diferentes medios de comunicación. En el cómic no es un fenómeno nuevo; encontramos casos tan lejanos como el de aquellas saga de las Ciudades Oscuras, que Schuiten y Peeters acompañaron de mapas, referencias bibliográficas y artículos para construir un universo de ficción alimentado por fuentes diversas y relaciones cruzadas.
El enigma
Pertierra nace, entonces, como objeto interdisciplinar vertebrado por la novela
El silencio se mueve (2010), del propio Fernando Marías; la historia de
un ilustrador casi olvidado (Joaquín Pertierra) que en los años 70, tras muchos
años de ilustrar portadas de libros, trabajos de prensa, carteles y cubiertas de
discos, decidió dibujar un cómic para contar su historia. Cómic que se inserta en el interior del libro como elemento fundamental para su comprensión.
En este punto,
aparece la figura de Javier Olivares (uno de nuestros mejores dibujantes de
cómics e ilustradores): “Se quería jugar con la idea —continúa Marías— de que
Pertierra existió realmente y creó realmente ese cómic, y para ello se puso a
Javier una insólita condición que él, de forma todavía más insólita, aceptó:
debía renunciar a firmar el libro para que ese juego de identidades fuese aún más
efectivo. A Javier le divirtió no sólo «inventar» una forma nueva de dibujar,
sino también la idea de alimentar, fuera del libro, un blog con supuestos
dibujos que Pertierra habría hecho a lo largo de los años.” (De algún modo, la figura enigmática de Pertierra nos recuerda a la de Kalo, ese otro ilustrador "perdido", ideado por el canadiense Seth, cuyos pasos rastrea el protagonista de La vida está bien si no te rindes).
Tras la muerte de Fernando Marías (en febrero de 2022), Astiberri ha reunido ahora en un único volumen todo ese material intermedial creado por Javier Olivares: las ilustraciones con las que alimentó el blog Pertierra, sus bocetos, los carteles de las charlas que él y Marias impartieron durante años acerca de su "creacion" y el cómic que Olivares dibujó para la novela; material al que se suman ahora unas páginas de cómic inéditas, que Marías dejó escritas acerca de un improbable encuentro entre Pertierra y el cineasta Jean-Pierre Melville.
Y dentro de este divertido juego de identidades cruzadas y engaños metaficcionales destaca el talento de Olivares para dar forma a un universo gráfico fascinante en el que el lector se deja “embaucar” con el placer de un cómplice satisfecho.