A Román le encantaba ser entrenador de fútbol, enseñando siempre a sus futbolistas que con valor y esfuerzo se podía llegar muy lejos.
Pero más allá del esfuerzo físico, Román quería contar con un arma secreta para ganar todos los títulos de la temporada. Por ese motivo contrató a un maestro bíblico para que enseñara a sus jugadores a orar.
Cada mañana, diez minutos antes del entrenamiento, el maestro bíblico leía la biblia con ellos y luego oraban todos juntos mientras el entrenador observaba a escasos metros del lugar.Un día el maestro bíblico admirado por el interés que tenía el entrenador de que sus jugadores aprendieran a orar le dijo:_ Sus jugadores están aprendiendo a orar conmigo y agradezco que me haya contratado para hablarles de Dios. Pero tengo una pregunta._ ¡Puede preguntar lo que quiera!_ indicó el entrenador._ ¿Cree usted en Dios? _ preguntó el maestro bíblico._ ¡No, yo no creo en Dios, pero por si existe prefiero que esté de nuestro lado! ¡Por eso le he contratado!Autora: María AbreuY sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye.(Juan 9:31)