
El ex terrorista y comunista colombiano Gustavo Petro, visita España recibiendo altos honores, se aloja con su equipo en el Ritz y se desplazará por Madrid en un Rolls-Royce. Sánchez trata a cuerpo de rey a su homólogo colombiano a quien le ha rendido todos los honores posibles. Debe hacerlo, sobre todo, porque el colombiano es, como él, un rojo.
Da asco y vergüenza contemplar como Pedro Sánchez distingue y se derrite en detalles de afecto tratando a los terroristas rojos. España no se merece que la gobierne el amigo de Otegui, Xapote y de delincuentes internacionales que acceden al poder.
El desplante de VOX al presidente terrorista de Colombia en el Congreso fue un ejemplo reparador del humillante desastre español y un ejemplo de verdadera democracia, un sistema cuya limpieza y dignidad le impide rendir homenaje o pleitesía a corruptos y delincuentes, aunque sean jefes de Estado o de gobiernos.
El reconocimiento y el homenaje en democracia deben estar reservados a los que respetan las libertades y los derechos ciudadanos, no a los tiranos y delincuentes y menos si, como ha hecho el ex miembro del M-19 Gustavo Petro, insultan gravemente a España hablando de “yugo español”.
El Partido Popular (PP), que cada día se parece más al PSOE sanchista, también ha decidido premiarle con un aplauso en el Congreso, frustrando e indignando de ese modo a muchos de sus votantes.
Las numerosas víctimas del comunismo y del terrorismo en América Latina y los pueblos sojuzgados por los comunistas en América, como Cuba, Nicaragua, Venezuela y otros, deben sentirse hoy indignadas y rabiosas con el comportamiento indecente de esos políticos españoles, que tienen la desfachatez de autoproclamarse "demócratas".
Francisco Rubiales