Revista Coaching

El equilibrio, desde fuera (i)

Por Mbbp
nov
5
2014 Coaching personal

EL EQUILIBRIO, DESDE FUERA (I)

Author Escrito por Miguel Benavent de B.   Comments Sin comentarios

El equilibrio, desde fuera (I)

Alguien, hace ya un par de años, me sugirió que buscara la paz en mi interior, pues fuera de mí, en estos momentos actuales, solo encontraría caos e incertidumbre. Y pienso ahora cuánta razón tenía en su predicción. Evidentemente el tiempo le está dando la razón. Es verdad que, a mí alrededor, mucha gente está confusa y desorientada, lo que, de alguna manera, me afecta más de lo que desearía…

Personas que no encuentran el sentido a su vida, ni a su sufrimiento cotidiano, con problemas personales, familiares o profesionales por doquier, en un mundo convulsionado y cambiante. Personas amadas que no se sienten capaces de amar o de ser amadas, porque se sienten tristes en su interior. Personas que temen la vida y todo lo que ella trae consigo. Mucha soledad, soledad a raudales, esa soledad involuntaria y dolorosa. Y, la verdad, es que ese dolor de personas cercanas me duele, pues supongo que mi felicidad individual exije también la felicidad de los que están cerca mío y del mundo en general. Y eso me hace sentir impotente ante su sufrimiento, tal vez porque -como me decía también esa misma persona- tengo el don de llegar al interior de ciertas personas que siento cercanas y en muchas ocasiones saber qué necesitan para ser felices, para dar un sentido pleno a su vida, hoy vacía.

Siempre he tenido esa cualidad. Llegar a desentrañar lo que yace oculto en el interior de las personas, llámale alma, si quieres. Y, siendo esta una oportunidad para ayudar a esas personas, a veces se convierte en un tormento, difícil de gestionar. El sufrimiento ajeno duele! Y, aunque es verdad que, con los años, he aprendido a que no me afecte demasiado en mi estado de ánimo lo que vislumbo en el interior de ciertas personas que están sufriendo -lo reconozcan públicamente o no-, estoy actualmente aprendiendo a confiar en su propia capacidad de solucionar su vida, sin tenderles yo una mano para ayudarles -cosa que hacía frecuentemente antes, sin derecho-, a no ser que me lo pidan. Supongo que así -por fin- empiezo a confiar en las personas que quiero! ¿No es eso el equilibrio, acaso, entre hacer que sucedan las cosas y dejar que sucedan por sí mismas?

Seguirá…

 


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