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El erizo (Mona Achache, 2.009)

Publicado el 13 septiembre 2011 por Rugoleor @rugoleor
El erizo (Mona Achache, 2.009) <\/param><\/embed><\/object><\/div>";" alt="" />El erizo (Mona Achache, 2.009)

Calificación:

Crítica: 6,639 Público: 6,773 España: S/C Rugoleor: S/C

Ficha:

Título Original: Le hérisson

Directora: Mona Achache

Guionistas: Mona Achache

Intérpretes:

Josiane Balasko, Garance Le Guillermic, Togo Igawa, Anne Brochet, Ariane Ascaride, Wladimir Yordanoff, Sarah Lepicard, Jean-Luc Porraz

Productores: Marc Lombardo, Anne-Dominique Toussaint

Fotografía: Patrick Blossier

Música: Gabriel Yared

Montaje: Julia Gregory

Nacionalidad: Francia, Italia

Año: 2.009

Duración: 95 minutos

Edad: 7 años

Género: Comedia, Drama

Distribuidora: Alta Classics, S. L. Unipersonal

Estreno: 11-12-2.009

WEB Oficial: Web Oficial de la película en España

Espectadores: 222.676

Recaudación: 1.356.267,79 €

Visitas: 0

Popularidad: 0,00%

Sinopsis:

“El erizo” es la historia de un encuentro inesperado entre algunos de los habitantes de un inmueble de la calle Eugène Manuel, en París: Paloma Josse, una niña de once años tremendamente inteligente y con un plan secreto; Renée Michel, portera discreta y solitaria que bajo su apariencia de inculta y arisca oculta en realidad una personalidad inteligente y cultivada, y el enigmático señor Kakuro Ozu, un japonés que acaba de mudarse al edificio...

Comentario:

Adaptación de una novela muy popular al otro lado de los Pirineos –La elegancia del erizo, de Muriel Barbery (Seix Barrall)-, que tiene como protagonista a la portera (Josiane Balasko) de un edificio parisino. Es mucho más culta de lo que parece, le gusta mucho leer e incluso ver películas de Yasujiro Ozu, un placer que compartirá con su nuevo vecino, el japonés Togo Igawa. También está una niña superdotada (Garance Le Guillermic), que ha decidido suicidarse al cumplir los 12 años.

Crítica:

14-12-2.009 – JOSU EGUREN

Los pobres también leen

Hay varios motivos para que Muriel Barbery celebre esta irregular adaptación de su popular best-seller, aunque el primero de todos es, sin lugar a dudas, la permanente sensación de que Mona Achache camina varios pasos por detrás de la novela. Nada mejor que la vulgarización de un texto para que éste venda más ejemplares, nada mejor que una mala película para que la Literatura gane adeptos a la causa. Si el problema más frecuente que acusan todas las adaptaciones es la dificultad que entraña la transcripción visual del lenguaje literario, Mona Achache ataja los inconvenientes optando por un modelo que esquematiza la prosa de Barbery y subraya la ampulosidad de sus personajes. ¿Qué queda? Una serie de cuadros dramáticos, menores, con los que la directora recrea un entorno artificial en el que se escenifican los encuentros y desencuentros de sus personajes.

La materia prima de Muriel Barbery, que ya venía equipada con una doble capa de pedantería de serie, precisa un desarrollo argumental más amplio, o al menos un toque de humor que la descargue de su intelectualidad estática. Que una portera lea a Tolstoi, se apasione con Ozu y escuche a Mahler es algo de lo que duda incluso la propia realizadora, aunque su mayor pecado es el de enfatizar los gustos artísticos de su protagonista en contraste con una extracción social menos privilegiada. Sorpresa, los pobres también leen... y algunos niños, muy especialmente si son franceses, son capaces de radiografiar los males de la sociedad burguesa armados con una cámara de Super-8, mientras planean su inminente suicidio y citan a Sartre. Para rizar el rizo, sólo nos falta un elegante anciano japonés que tienda puentes entre las dos mitades, dos personajes que parecen descartados del fotomatón de Jean-Pierre Jeunet a los que la directora da forma rebajando el peso de sus monólogos interiores. Achache también hace aguas en lo estético, con una fotografía anodina que frustrará a los espectadores que asocien los colores vivos con las fábulas urbanas contemporáneas.


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