El erotismo ha estado presente a lo largo de la Historia del Arte occidental representando el deseo a través de un juego que se ha movido entre ocultar o mostrar, insinuar o exhibir, hasta ganarle la guerra al aburrido pudor.
La Venus de Itálica. S.II a.C. Mármol de Paros.
En el Museo Arqueológico de Sevilla podemos admirar a Venus, la culpable de todo. Esta escultura fue encontrada en 1940 en una casa de Itálica (localidad cercana a Sevilla).
Los poetas fueron los primeros que le dieron sentido a esta Venus sin cabeza:
¡Descabezada Dea¡porque no estás turbada por el vil pensamiento,serás la pura Norma. (Agustín de Foxá).
Está desnuda por que el artista la realizó en la Baetica, cuya cultura nace en una clara relación con oriente, como la Venus de Cnido, y por ello el desnudo esta visto desde un sentido ideal de pureza y belleza originaria, y de Verdad artística.
Pero el poema de Foxá puede tener otra interpretación: Una espléndida figura femenina sin posibilidad de pensamiento, todas sus maldades eliminadas por la pérdida de su cabeza. ¿El triunfo de la virtud sobre la terrible Lilith? -Diosa oriental malvada portadora de seducción que ha perseguido a los hombres infiltrada en el arte occidental-. Posiblemente no, porque para los hombres que temieron el poder de la bella de cabellos largos hay en esta imagen suficientes motivos de seducción.
Su poder sigue presente en toda su geografía escultórica, aunque sólo podamos intuir apenas, el final de unos mechones de su hermosa cabellera suelta cayendo por sus hombros.
Eva de Autún. Maestro Gislebertus.
Durante toda la Edad Media vemos representaciones en las iglesias referentes al tema de la sexualidad. Las más explícitas generalmente alejadas de los ojos del fiel, en los canecillos, o en los capiteles, a no ser que interesara avisarle de la tentación y las consecuencias de caer en el pecado como en esta conseguidísima Eva del maestro Gislebertus en la portada del Juicio Final de la Iglesia de San Lázaro de Autun,fechada en 1130. Hoy se puede ver en el Musèe Rolin.En un brillante ejercicio de adaptación al marco (formaba parte del dintel), el autor consigue dotar de un sinuoso movimiento a la figura.
Sensual e indiferente ante su castigo -lleva arrodillada unos siglos fuera del paraíso perdido- Eva acerca su mano a la boca, y susurra los placeres del pecado a quienes accedan al templo, mientras les ofrece la fruta de la tentación.
La Venus del espejo. Velázquez.
En la National Gallery de Londres encontramaos a esta hermosa Venus pintada en 1651, que aparece de espaldas, atrapando la mirada del espectador.
Las sinuosas curvas de esta anónima Venus le sirven a Velázquez para representar a la mitológica diosa del amor en el cuerpo de su amante, y dado que era un hombre casado distorsiona con astucia su rostro jugando al equívoco.
De esta forma el genio sevillano deja abierto el análisis de esta obra, que como todas las suyas ha inspirado muchas páginas.
Si el rostro apareciera con nitidez, rompería el equilibrio del cuadro, que respira una atmósfera nebulosa en la que queda reforzado con toda claridad el ondulante cuerpo de la misteriosa dama. Los pinceles de Velázquez nos están diciendo que todo el poder de la diosa reside precisamente en la suave extensión de su pálida piel.
Sol ardiente de junio. Frederic Leighton.
Esta magnífica Venus, es obra de Lord Frederick Leighton, pintada en plena era Victoriana, el maestro inglés cuya historia podemos seguir en su Casa-Museo se inspira en los patrones estéticos griegos, y convierte a la diosa del placer en un símbolo lleno de lirismo.
A pesar de que no vemos a penas la piel de esta hermosa mujer abandonada en los brazos de Morfeo, todo en ella es pura sensualidad. Leigthon la envuelve en transparentes velos, de influencia oriental y la acomoda en una postura casi imposible, enredando sus miembros en un escorzo que deja entrever parte de la voluptuosa belleza clásica de este cuerpo, relajado a pesar de la sinuosa composición.
El cálido colorido de la obra invita a pensar en un país caribeño, pero Leigthon lo pintó en Londres. Sin embargo, este cuadro que fue subastado en 1940 por sólo 140$, viajó a Puerto Rico de la mano Luis A. Ferré, que lo encontró olvidado en un rincón de una galería de Amsterdan, pagó por él 6000$, hoy vale millones y para admirarlo hay que visitar el Museo de Arte de Ponce fundado por Ferré. Todo un viaje el de esta Venus ¿verdad?
La luz dorada remite a una hora avanzada de la siesta en el momento de una ardiente puesta de sol, con el calor sofocante y húmedo que hace siempre posible el ensueño en los mares del Caribe.
Susana y los viejos. José Ribera.
Una escena inspirada en la história bíblica del libro de Daniel, que bajo el pretexto de ensalzar la virtud, sirvió de excusa a muchos pintores en los tiempos de la Contrarreforma, para dejar en sus lienzos espléndidos desnudos femeninos, como éste que vemos del "conflictivo" pintor valenciano que tuvo que huir a Nápoles perseguido por la justicia española.
Es un extraordinario ejemplo del tenebrismo barroco, realizado en 1615, que insiste en mostrar el cuerpo de la mujer como motivo de pecado, aquí una mujer casta que no cede a los propósitos de estos dos viejos verdes, que por cierto son dos ilustres jueces, y que a punto estuvo de morir lapidada por no acceder a sus deseos. Entre Susana y los lascivos jueces, Ribera representa un sátiro, que es aquí la imagen de la lujuria. Con el magistral manejo de luces y sombras, volvemos a tener ante nosostros un cuerpo tan blanco que nos recuerda a la marmórea sensualidad de nuestra Venus de Itálica.
Fuente: Ruta Cultural & Miguel