Revista Opinión

El error de querer escuchar lo que queremos oír y creerse lo que queremos creer

Publicado el 10 octubre 2017 por Msnoferini

Cada mes visita el centro donde trabajo un operario de la empresa que tiene asignado su mantenimiento, un buen muchacho con el que habitualmente intercambiamos algunas palabras más que un simple saludo. En los tiempos que corren no es de extrañar que en más de una ocasión nuestra conversación haya tratado sobre la situación y el futuro de Catalunya, y aun siendo castellano parlante e hijo de inmigrantes siempre se ha manifestado, con todo su derecho, favorable a la independencia. Hasta aquí todo muy correcto. Pues no es extraño que quienes llegaron a estas tierras, empujados por la necesidad y fueron bien acogidos y consiguieron asegurarse en Catalunya un futuro, o sus hijos/as y nietos/as, se sientan tan catalanes como el que más y puedan apoyar la independencia. Lo que me sorprende en algunos casos de quienes defienden un ideal u otro, con todo su derecho, es intentar defender su postura utilizando argumentos poco contrastados o pueriles. Y en este caso fue así.

Recuerdo como hace ya bastante tiempo este muchacho me dijo plenamente convencido que en una Catalunya independiente no pagaríamos autopistas pues la responsabilidad de tener todas estas vías de pago no era más que del estado, algo incierto pues las concesiones son revisables y son por tiempo determinado prorrogables, por lo que la Generalitat ha tenido oportunidad de recuperarlas y asumir el coste del mantenimiento de estas vías, pero no lo han hecho. No olvidemos que tras las concesionarias de las autopistas de peaje, así como esas autopistas encubiertas que sin tener que pagar un peaje de manera directa existe un compromiso de abonar unas elevadas sumas de dinero público a sus adjudicatarias por el servicio que prestan, están algunas grandes empresas catalanas, nacionales e internacionales, en algunos casos demasiado cercanas a algunos partidos o importantes políticos de esos partidos (como podrían ser algunas de las empresas participadas por la familia Sumarroca).

Pero lo que a mí y un compañero de trabajo nos hizo mucha gracia, cuando hace pocos días volvimos a ver a este muchacho de la empresa de mantenimiento y volvió a sacar a conversación el monotema, fue su pleno convencimiento de que una Catalunya independiente podría a corto plazo ponerse al mismo nivel económico que Suiza o Luxemburgo.

Entiendo que ante la dificultad de poder saber a ciencia cierta lo que podría representar para Catalunya y su ciudadanía a corto, medio o largo plazo el ser un estado independiente, no existe necesidad alguna de defender los ideales en base a especulaciones pues al final se reduce todo a una cuestión de sentimientos y de una posible desafección hacia una nacionalidad y país al que no consideras como tuyo.

Los nacionalismos (en nuestro caso centrífugo y centrípeto) hace tiempo que juegan con datos y cifras para intentar hacernos entender, gracias al control que unos y otros tienen de ciertos medios de comunicación, o de lo bien que se nos trata a los catalanes por parte del estado y que los malos son los otros, o en caso contrario para seguir predicando el tan recurrente “España nos roba”. Argumentos que desgraciadamente pocas veces se contrastan, y tenemos la mala costumbre de creernos aquello que queremos creer, pues si perdiéramos algo de nuestro tiempo en buscar y leer información, como podría ser al respecto de lo que aportan las diferentes comunidades y lo que reciben te das cuenta que como siempre nada es blanco ni es negro, todo está lleno de matices y de una gran variedad de grises, grises como los que conforman la neblina que acaba tapando la realidad.

Financiación autonómica

Cada uno es libre de pensar, hacer y votar a quien le plazca pero a la hora de informarnos sería interesante que comenzaramos a contrastar la información. No olvidemos que el totalitarismo de ciertos regímenes y gobiernos se sustenta en el control, la manipulación y cuando esto falla siempre queda la represión policial y judicial, y ejemplos de esto último también los tenemos desgraciadamente muy cerca.

Estamos en tiempos difíciles, sobre todo para los/as catalanes/as, donde el totalitarismo e imposicionismo de los poderes del estado y su nula voluntad de buscar el dialogo, y la manera que algunos han jugado a sacarle provecho a la intransigencia de un Gobierno despótico y colonialista, en lugar de buscar un acuerdo y estrategia común con otras fuerzas políticas para buscar una regeneración democrática, nos ha llevado a algo así como a la superación del límite de torsión. Dos fuerzas opuestas se han empeñado en mayor o menor medida en retorcer la situación y si ninguno ceja en su empeño podríamos llegar a un punto de deformación permanente de la situación o incluso de ruptura traumática.

MSNoferini

P.D. Afortunadamente en el día de hoy, horas después de haber escrito esta entrada en mi blog, parece que desde la Generalitat se ha dado un pequeño paso para frenar esa torsión que comentaba.


El error de querer escuchar lo que queremos oír y creerse lo que queremos creer

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