A raíz de ese pensamiento decidí, hoy, no contradecir a nadie para contradecir a la vieja sabia. Con una persona demasiado cercana a mí opté por sentarme en un emporio de la literatura madrileña, el café Gijón, para escribir sobre el erotismo. El café, cuna e historia de mucho escritor, en el Paseo de Recoletos, lo fundó en 1888 un emprendedor gallego de humilde sentir con la fuerza de un gigante. Allí me instalé a escribir esta nota.
En un día de verano, mientras muchos españoles ya estaban de vacaciones y otros se quedaban “de Rodríguez” puse las primeras letras en el computador. Para quien no lo sepa, los de Rodríguez son aquellos hombres que mandan a la familia al sitio de vacaciones por adelantado mientras ellos se quedan solos en un ambiente madrileño de limbo: están y no están, y algunos aprovechan para hacer lo que no pueden hacer o no quieren hacer con la pareja.
Pero sigamos con el cuento de la señora que me decía que yo sólo escribía sobre sexo. En Madrid los principales museos, con envergadura mundial como son el Prado, el Thyssen-Bornemisza y el Reina Sofía, tienen obras sensacionales adornadas con temas mitológicos o religiosos, pero la verdad es que son escenas bellísimas cargadas de erotismo. Así es que me dediqué a indagar sobre la materia.
Para mi sorpresa, titanes de la pintura de todos los tiempos no han ahorrado en pincel para darle cuerpo y alma a la imaginación convertida en santísimas situaciones buscando, de esta manera, legalizar lo impúdico. Me explico: Venus con Cupido, mitología griega. No señor. No. Una mujer joven exhibiendo un seno muy lindo en medio de un paisaje…. ¿Ven por dónde voy? Favor mirar You Tube. Yo no me lo inventé.
Uno de los ases de la pintura española, Francisco Goya (1746-1828), tiene puesto de honor en el gran Museo del Prado. Se “tomó” la molestia de pintar: la Maja desnuda con poco pelo púbico, pero al ladito está la Maja vestida. ¿Me siguen? Es decir, este pintor inalcanzable muestra su enorme habilidad para recrear el erotismo puro sin mayor esfuerzo ni complicación (ver You Tube). Simplemente la misma mujer vestida, se puede admirar totalmente desnuda.
Pensemos por un momento que las situaciones más cargadas de erotismo fueron y son disfrazadas con entornos sutiles, supuestamente inocentes y sin mayor referencia a la parte sexual.
El Bosco (1450-1516) es otro monumental pintor holandés, donde tiene un puesto preferencial en el Prado. Una de sus grandes pinturas es un tríptico o sea una pintura dividida en tres escenas. Es un ejemplo de cómo un pintor hace más de 400 años podía dar rienda suelta a su imaginación saltándose todo tipo de ataduras moral-religiosas simplemente porque su obra describía temas religiosos . En el cuadro se muestran escenas del cielo, el purgatorio y el infierno. Si me preguntan, en el purgatorio se ve gente disfrutando. En el cielo las figuras lánguidas, como dormidas, sin mayor pasión por la vida. En el infierno la cosa cambia. En el museo Reina Sofía, otro universo del arte del mundo madrileño, el que quiera puede ver el “Gran Masturbador “de Salvador Dalí (1904-1989) Lo que quiere decir que en esta nota no estamos inventando sino recogiendo imágenes de pesos pesados de la pintura.
Continuemos. Un pintor veneciano, Carlo Saraceni (1579-1620), utiliza como si fuera original, el tema “Venus y Marte”. La carga erótica es evidente, se pierde la idea mitológica y quedan los besuqueos de una pareja que el artista tuvo a bien utilizar para buscar un título donde menciona al dios de la guerra, Marte, y a la diosa del amor, Venus. La pintura es espectacular, pero no soy yo, es el museo Thyssen-Bornemisza el que ha decidido darle un sitio.
Y que tal la de “Adán y Eva” de Hans Baldung Grien (1484-1545). Aquí nada de Dios, ni paraíso, ni pecado. Los desnudos, su composición y posición lo dicen todo. Estamos hablando de hace 400 años. Concluyamos: nada ha cambiado, sólo es el entorno institucional del momento elque facilita la vía a lo erótico.
Para no avanzar más y dejar en la imaginación del eventual lector o lectora, se me atravesó una pintura del museo Reina Sofía, que al verla habla por sí sola: “Un Desnudo” de Roberto Fernández Balbuena (1890–1966). El ángulo y ojo del autor lo dicen todo.
Por favor ver You Tube, y tome nota de la gran diferencia entre porno y erotismo. Que tenga un domingo amable y sensual. https://youtu.be/-OsKkt02dVU
Enrique Aparicio Smith – Madrid, julio 2015
Via:: Colombia