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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en www.ciberanika.com
Editorial Grijalbo, Enero 2010
Género: Novela
413 páginas
Valerio, médico de oficio y antiguo gladiador, es ahora esclavo en las minas que abastecen de mármol la construcción del Coliseo de Roma. Sus ansias de venganza le obligan a perseguir la libertad y, una vez conseguida ésta, se verá inmerso en un viaje que lo alejará de su objetivo.
Obligado a ocultarse de las tropas imperiales en Oriente, se convertirá en el cabecilla de un grupo de bandidos que asaltan las caravanas con destino a Roma.
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Quien haya tenido la oportunidad de ver el Coliseo, y todo cuanto lo rodea, coincidirá conmigo en que se trata de una obra soberbia. Y eso a pesar de lo poco que debe parecerse a cómo fue en su época dorada. Los mármoles que adornaban sus muros, las piedras de los palcos, los techos, los artesonados… muchas de esas piezas fueron utilizadas durante el Renacimiento para otras obras de no menor envergadura y desnudaron el que está considerado como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno, además de todo su entorno. A pesar del expolio, el monumento sigue en pie, tal y como el emperador Vespasiano, ávido de ser recordado por la posteridad, tenía en mente a la hora de construirlo. Diez años de trabajo que no llegó a ver concluidos y que sustentan la trama de esta novela.
Construir un edificio como el Coliseo en diez años, en aquella época, supuso todo un reto logístico, técnico y artístico. Miles de personas trabajaron en él y otras muchas padecieron sus consecuencias, perdiendo sus viviendas – situadas en el enclave en el que Vespasiano había programado todo el complejo – sufriendo accidentes al paso de los carros que día y noche transitaban por la ciudad con materiales, trabajando como esclavos en las minas… Toda una maquinaria que se puso en marcha para un único fin y que queda magníficamente reflejado en la novela.
Y ésa es su mejor baza, que transcurre durante el primer tercio de la novela. Luego la acción se traslada a Oriente y el Coliseo pasa a segundo o tercer plano. Son otros temas entonces los que entran en liza: los bandidos que atacan las caravanas con destino a Roma (con materiales para las obras), la persecución de los judíos, las fronteras del Imperio, el entrenamiento de las legiones, los gladiadores… con más tintes de aventura que de otra cosa.
El libro se lee con interés, es innegable, y tiene buen ritmo. Pero también algunos elementos en contra: un punto de “sobrenatural” que no le pega mucho, algunas situaciones o personajes poco aprovechados (como Domiciano), falta de mapas en los que seguir los desplazamientos de los protagonistas, y un final demasiado precipitado, en el que en pocos párrafos se resuelven un sinfín de cuestiones, sin que el lector sepa muy bien cómo ha llegado el autor a finiquitar la historia.
Una novela bastante irregular que, pese a los interesantes temas que trata, no termina de convencer.