El escote

En fechas recientes se publicó un libro con imágenes absurdas sobre como la censura franquista hacía crecer los vestidos de las estrellas de cine o alargaba las faldas y cubría los ombligos, fuente de indudable concupiscencia. Ava Gardner estaba más recatada y menos atractiva en la imagen que llegó a nuestro país, bien diferente de la versión original que se adjunta para comparación. Bien es verdad que con los tiempos que corren, la fotografía de la inmortal actriz estadounidense bien puede parecer recatada, y lo es, en comparación con la portada de cualquier revista, no necesariamente destinada al público masculino. Esa manía por tapar el cuerpo femenino, esa hipocresía social, escandalizándose con el sensual baile de Gilda, y tantos otros detalles sucedidos en la pasada dictadura se me antojan no sustancialmente diferentes a prohibir las corridas de toros porque un colectivo minoritario se siente ofendido por la tradición, siguiendo un principio perverso de imponer algo en nombre de la libertad, lo que no deja de ser curioso. Vemos con humor las imágenes en blanco y negro de los años cincuenta, desde la tolerancia impuesta por el discurso del tiempo, pero vivimos la paradoja en España de que sea necesario huir al país vecino para disfrutar de la fiesta nacional (de nuestra nación, no de la vecina), como en tiempos del dictador se frecuentaba Perpignan para poder ver escotes más generosos. Invita a la reflexión.