Hoy en día está de moda decir que nada te viene dado, que no existen los talentos naturales, que el escritor, como cualquier artista, se forja a golpe de practicar. Y es cierto, pero puede que no del todo.
Creo que las personas nacemos con semillas. Esas semillas las tenemos plantadas dentro, y simbolizan nuestros distintos talentos. Depende de nosotros cultivarlos o no. ¿Qué pasa si no riegas una semilla? Que se muere, por muy bien plantada que esté. Pero si la riegas y la abonas, si la cuidas y le das tu tiempo y tu afecto… crece. Igual que lo hace el talento.Os voy a poner un ejemplo sobre esto.Ani, mi contraparte en Athalia’s, es buenísima en dibujo, como ya sabréis si habéis visto nuestras portadas. Son increíbles, brillantes, vibrantes en su forma y color.Ani ha aprendido todo lo que sabe por sí misma. Todo lo que veis en sus ilustraciones lo ha hecho sin más ayuda que tutoriales por internet. No ha estudiado cursos ni mucho menos carreras. Todo viene de sí misma, y del modo en que ha cuidado de su semilla, de su talento.Yo, en cambio, nunca he tenido habilidad para el dibujo. He hecho cursos, he comprado cursillos, he visto los mismos tutoriales que Ani, incluso le he pedido consejos a ella, y jamás he podido, ya no igualarme, ni siquiera estar cerca de su altura.Aquí entra en juego el talento de cada uno. Es más que evidente que yo no tengo talento para el dibujo, pero puede que tenga otros.De modo que si volvemos a la pregunta, ¿el escritor nace o se hace? Pues bien, mi respuesta es: ambas cosas. Necesitas la semilla para ser un buen escritor; pero si no ayudas a la semilla a crecer, entonces no lo serás jamás.