Los estadounidenses saben que Hillary Clinton eligió como candidato demócrata a vicepresidente de EE.UU. al senador y exgobernador de Virginia Tim Kaine porque, entre sus razones políticas, habla un español fluido que puede atraer a los alrededor de 14 millones de hispanos que podrán votar la próxima presidencia del país.
Hablar español se ha vuelto un importante valor añadido para los políticos: los hispanos o latinos de todas las razas y orígenes son la minoría de crecimiento más rápido –ya son más que los afroamericanos--, y le tienen un gran apego a su idioma, incluso los bilingües educados básicamente en inglés.
Quien primero comenzó a tratar de conquistar el voto hablando español fue un republicano poco apreciado por la izquierda, el presidente entre 2001 y 2009 George W. Bush.
Presumía además de su hermano Jeb, gobernador de Florida entre 1998 y 2007, casado con una mexicana, y de sus sobrinos, “nuestros inditos”, decía su padre, el presidente entre 1989 y 1993, George H. W. Bush.
Desde entonces todos los aspirantes a políticos importantes incluido Obama han tenido que hablar algo en español, idioma materno de la inmensa mayoría de los 55,3 millones de hispanos residentes en 2014, legales e indocumentados, según el fiable Pew Research Center.
Son quienes podrían costarle la presidencia a Donald Trump, cuyo desprecio hacia ellos los ha puesto mayoritariamente en contra; con Bush, hijo, los republicanos llegaron a atraer al 45 por ciento, hoy el 82 está en contra, según la última encuesta de la CBS.
“¡Bienvenidos todos!” proclamó en español Tim Kaine, copresidente del Foro España-Estados Unidos al ser presentado por Hillary: los estadounidenses tienen más claro que muchos españoles que expresarse en español es fundamental para triunfar, incluso en su país, tan anglosajón.
-----
SALAS