Revista Cultura y Ocio

El espantapájaros. Nathaniel Hawthorne

Por Mientrasleo @MientrasleoS
El espantapájaros. Nathaniel Hawthorne
     "-¡Dickon! -gritó la Madre Rigby-. ¡Un tizón para mi pipa!
     La pipa estaba en la boca de la anciana cuando pronunció estas palabras. La había insertado allí después de cargarla d sin agacharse para encenderla en la lumbre de la chimenea, donde en verdad no había señales de que hubieran atizado el fuego esa mañana. Sin embargo, apenas hubo dado la orden, la cazoleta de la pipa emitió un intenso fulgor rojo y una bocanada de humo brotó de los labios de la Madre Rigby. Jamás he logrado descubrir de dónde salió el tizón y cómo llegó hasta allí transportado por una mano invisible".
     Hawthorne es, vaya por delante, uno de mis escritores favoritos. Y el libro que hoy traigo a mi estantería virtual, fue descubierto en una esquina del estante más escondido de una librería. Se trata de El espantapájaros.
     Madre Rigby es una bruja de Nueva Inglaterra y, como buena bruja, fuma en pipa. La historia comienza una mañana en la que la bruja decide crear un espantapájaros para que cumpla su función en su campo de maíz asustando a los pájaros que ya han descubierto esa zona. Sin embargo, el producto de su creación le agrada tanto, que decide dotarlo de vida. A fin de cuentas, hay muchos hombres en el mundo que están tan huecos como el propio espantapájaros. Y le pone de nombre, Feathertop.
El espantapájaros. Nathaniel Hawthorne     Es curioso lo que pasa con los lectores y es que las lecturas que vamos acumulando, forman parte de nosotros hasta el punto de marcas las próximas. En mi caso, y pese a que el espantapájaros que hoy conocía posee piernas y su cabeza es una calabaza, durante todo el cuentito llevó el rostro de este otro perteneciente a la fábula "El castillo ambulante". Supongo que la pipa, la casaca y la bruja fumadora fueron cosas determinantes a la hora de hacer la asociación. Pero vayamos con el cuento que, al igual que todos los buenos cuentos, tiene incluso su propia moraleja. Escrito en 1852 y publicado en dos partes antes de ser recogido de forma íntegra, Hawthorne combina en su cuento el más puro divertimento y la crítica más feroz. Con un narrador que dice recordar un cuento relatado por su abuela, escucharemos los curiosos regalos que la bruja le hace al esperpéntico protagonista sabiendo que, ni siquiera la vida, es un presente que no contenga una doblez. Solo vivirá si fuma, y de bronce su cara es dura, sus educadas maneras dan risa y su contenido hueco le harán pasar por el mejor. En cuento a las riquezas que se le otorgan son ridículas para el lector, pero declamadas con tanta solemnidad, que la crítica que las acompaña a medida que la población toma al protagonista por un lord, que es imposible nos pase desapercibida. En cuento a la misión, porque todo protagonista de cuento ha de ser un poco Caperucita y tener tanto inocencia como misión, no es otra que deslumbrar a un poderoso e incluso a su protegidísima hija. Ahí ya entra en juego y no sale hasta el final del cuento el tema de las apariencias, las mentiras y las fachadas de cada uno y sobre lo que realmente parece importar en esta sociedad. De hecho el libro tiene un potsfacio en el que Cárdenas da buena cuenta del tema diseccionando esta parte y mostrando cómo hasta un cuentito con buena puntería, puede dar pie a una discusión de lo más interesante.
     Personalmente diré que la vigencia de este cuento es absoluta y que, por desgracia, eso no me ha cogido de sorpresa. En cuanto a la discusión, estoy segura de que es la forma más acertada de enfrentarnos al cuento, pero también, lo reconozco, le quita parte de la diversión. Y es que el conjunto es eso que ahora dicen delicioso como si el cuento fuera una tarta, y que antes se decía recomendable para cualquier lector. Siempre y cuando, claro está, no olvidemos que su extensión es mínima, que es realmente corto incluso para un relato y que si queremos leer algo más consistente, "La casa de los siete tejados" es un magnífico ejemplo de hasta dónde es capaz de llegar el autor.
     Ha evitado de manera consciente hablar de "La letra escarlata" hasta este momento. Y es que, si bien es una gran novela en la que aparece la "marca de la casa" en forma de crítica a la sociedad, sobre todo a esa más conservadora que mira las apariencias, considero que es un título marcado por su adaptación cinematográfica que no supo captar, porque era imposible, el tono del escritor.

     El espantapájaros es un cuentito que encantará a quienes ya conozcan a Hawthorne y que puede servir de aperitivo para quienes aún no lo hayan leído. Acérquense sin miedo al escritor.
     Me gustan los cuentos, cada vez más. Y me gustan los cuentistas. Y vosotros, ¿sois lectores de relatos?
     Gracias.

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