Era la noche de brujas o Halloween. Mi amigo Juan y yo decidimos salir a la calle a pedir dulces como cada año. Cuando nos detuvimos en la última casa de la calle, me acorde de la vieja casa de la esquina. Era una casa de madera grande y vieja, nadie sabia quien vivía allí, pero por su aspecto podía asegurar que no era posible que alguna persona viviera en esa casa tan abandonada.
- ¿Y si vamos a esa casa? – le dije a Juan señalando la vieja casa
- Dicen que esa casa esta embrujada. – me dijo Juan con miedo
- ¿Embrujada? en serio, ¿crees en esas cosas? – me burlé
- ¿Y para que quieres ir entonces?
- No se. Quizás consigamos algo de valor, ¡vayamos!
Al final, terminé convenciéndolo. Caminamos silenciosamente hasta la vieja casa. Toqué la puerta para asegurarme de que no había nadie; pero, la puerta se abrió sola.
Juan y yo nos miramos asustados, pero aún así decidimos entrar.
-¿Hola? ¿Hay alguien aquí? – llamé
De pronto, apareció una sombra delante de nosotros. Sus ojos eran verdes y brillantes y cuando se fue acercando, pude notar que se trataba de un espantapájaros. Llevaba un sombrero negro roto, una camisa de manga larga de cuadritos y sus dientes eran afilados.
-¿Qué hacen en mi casa? – nos gritó
Juan y yo nos quedamos inmóviles por varios segundos…
- Solo queríamos saber si alguien vivía aquí – le respondió Juan temeroso
- Pues ahora que ya saben que esta es mi casa; ¡lárguense de mi casa antes de que los devoré con mis dientes! – exclamó el espantapájaros enojado.
- ¿No quieres tener amigos? – le pregunté
- ¿Amigos? ¡Ja! ¿Quién querría ser amigo de algo tan espantoso como yo? – preguntó el espantapájaros tristemente.
- ¡Nosotros si! – exclamamos Juan y yo al mismo tiempo.
El espantapájaros nos miró sorprendido pero luego una sonrisa se dibujó en su rostro. El nos invitó a su casa y nos preparó pie de calabaza y fuimos amigos por siempre. FIN
Autora: Katiliany Díaz Vélez