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Por Marcelo A. Moreno
Tan mal acostumbrados nos tienen estos malos años -nos acostumbramos a evaluar que si a alguien le roban, le pegan pero no le revientan la cabeza de un balazo tuvo mucha suerte ; a que...
nos estafen metódicamente con las cifras del INDEC; a que nos cuenten, por ejemplo, que la inflación no perjudica a los más pobres o que se trata de una mera “dispersión de precios”; a que desde el gobierno nacional se persiga e insulte a los medios de difusión que no ha logrado comprar o domesticar; a que viajar por Buenos Aires y sus accesos sea una lotería sin premios pero con los piquetes como castigo-, que también nos acostumbramos anestesiadamente al escándalo de que, cada tanto, una oleada de chicos se muera de hambre en algún rincón olvidado de la Patria.
Pasó en Formosa, pasó en el Chaco, pasó en Misiones y ahora vuelve a pasar, con deletérea contumacia , en Salta: en dos semanas ocho chicos muertos por desnutrición. Además, hay siete internados. Ninguno, probablemente, tenga idea alguna de qué clase de cosa es una milanesa (ver pag. 42).
Y cuando llega, con paso de Alais, una diminuta expedición médica provincial -26 agentes sanitarios para relevar una población, en su mayoría aborigen, de 3.500 habitantes-, el primer resultado es que hallan a 26 chicos en lo que llaman “riesgo nutricional”, retorcido eufemismo con el que se alude al hambre.
Esto ocurre en un país que se aburre de exportar alimentos , donde pueden comprenderse muchos males, paradojas y catástrofes, pero la del hambre no tiene otra explicación que la de la inoperancia y la desidia. Esto pasa en una nación en la que la presión impositiva es tan alta, que hasta miles y miles de maestros pagan impuesto a las Ganancias. Es decir, que tiene un gobierno al que le sobra plata, tanta que puede sufragar fútbol gratuito por TV, subsidiarle el gas y la luz a los ricos, pagarles cachets ampulosos a los rockeros adictos que tocan en los actos oficiales y hasta lograr que la también subsidiada piquetera Milagros Sala veranee en Punta de Este.
¿A ningún genio de los organismos de acción social se le llegó a ocurrir la creación de una fuerza de intervención sanitaria rápida, nacional o provincial, para atender estas emergencias, cuando ya resulta evidente que el sueño de la inercia suele vencer a los que deberían hacerse cargo de sus responsabilidades? Montaigne escribió: “Todo hombre lleva la forma entera de la condición humana.” También Santiago Torres, el chiquito, que murió hace unos días, justo uno antes de cumplir un año.
Como si esto no bastara, desde los atriles oficiales nos siguen remachando con un “modelo” imaginario que no para de redistribuir riqueza a diestra y siniestra desde hace siete años.
La ironía estalla cuando la atraviesa una sombra macabra.
Fuente: clarin.com