Revista Cultura y Ocio
Podría usar los dedos de una mano sin utilizarlos todos para contar las frases que he cruzado con ella en estos escasos 6 meses que lleva trabajando en la oficina. No más de cinco miradas cruzadas entre ambos. Mas de cinco millones miradas unilaterales por mi parte. Y cada día me gustaba más. Tiene una seguridad en sí misma y una forma de caminar que me trasmite atracción y miedo a partes iguales. A los chicos nos da miedo la seguridad en una mujer porque desvela la falta de misma que tenemos. Pero hoy es el día, el día en el que el valor que he estado recolectado todo este fin de semana será usado en una pregunta. Me acercare y le pediré preguntare que si le apetece ir a tomar un café después del trabajo aunque su cerebro hará la traducción simultánea con: “me gustas, quiero meterme en tus bragas” porque eso ha sido lo que le ha enseñado su experiencia. Pero no me da miedo, hoy es el día, ahora es el momento y me estoy levantando de la silla. Camino hacia ella mientras miro nuca refugiada por ese bonito pelo. Ahora soy ese especialista de cine apunto de doblar a un actor famoso pero sin llevar el traje ignífugo. Dejaré la cámara en esta mesa para que todos puedan observar el momento.:
- Hola Marta, ¿Qué tal?, Me estaba preguntando si te gustaría tomar un café después del trabajo, ¿qué te parece?
- No.