Revista En Femenino
Pues ya está, ya pasaron las Navidades, otro año más, y vamos acumulando Nochebuenas y Años Nuevos en nuestra particular mochila vital.
Ahora toca volver a la normalidad, poner los pies en el suelo y la cabeza en el día a día, en sobrevivir en este medio hostil en el que se ha convertido nuestro país. Hacer cuentas y darte cuenta de que no has cumplido el presupuesto que te marcaste para regalos porque, total, es una vez al año y los que te quieren y quieres se merecen lo mejor. Comprobar el dineral que se ha ido en cenas y comidas porque las gambas estaban más caras de lo que pensabas, pero en ese momento en el que todo te lleva a estar feliz y a consumir, no has podido resistirte a comprarla. Hoy las has visto en el supermercado a mitad de precio pero parece que no pega, ¿no? ¿Quién come gambas en enero? Hay que comerlas en Navidades, como mandan los cánones.
Y aun así, la tristeza de este país se ha dejado percibir incluso en estas fechas de paz, alegría, hermandad… He seguido viendo gente rebuscando en los cubos de basura, el anuncio de la niña con el bocadillo de imaginación me ha revuelto literalmente el estómago… ¿Recordáis cuando los días de Reyes las calles se llenaban de niños jugando al balón, con su bici nueva? Los padres acudían con ellos a tomar el aperitivo y luego marchaban a casa de los abuelos, los tíos, a recoger los regalos que los Magos habían dejado debajo del árbol para los pequeños de la casa. Este año, por determinadas circunstancias, me he pasado esa mañana en la calle y os puedo asegurar que no se veía un alma, todo era niebla, atmosférica y sentimental, dolorosa.
Ahora toca tirar las cajas y los papeles de regalo, los afortunados que han podido contar con regalos, tirar el turrón sobrante para que alguien lo pueda aprovechar cuando mire en el contenedor. Guardar la solidaridad y la buena fe y seguir mirando por uno mismo, el estrés por el trabajo inexistente o el precario en el que se ha convertido el que se conserva. Seguir quejándonos de este Gobierno que implantan leyes en plenas fiestas del tipo de recortar la seguridad social para aquellos que se vayan al extranjero o dictámenes que gestionan el útero de las mujeres, convirtiéndolas en seres inferiores, sin capacidad de decisión, personas tuteladas… Y a esperar a que esta España en blanco y negro vuelvo al Nodo, la misa de domingo y la distinción de clases, si es que alguna vez se fueron. Y a narcotizarnos con el fútbol, el Madrid, el Barça o el Atleti, que aquí también hay clases… o con Belén Esteban (autora del libro más vendido estas navidades, manda cojones), Kiko Rivera, José Fernando, Chabelita, y las madres y padres que les parieron o adoptaron.
O no, o tal vez hay que pensar en este periodo vacacional como en una recarga de pilas para volver con más fuerza a protestar, a luchar por lo que es justo, a salir a quemar las calles y a ver arder a políticos, corruptos y demás capullos en la inmensa fogata de la ciudadanía que recupera el poder que nunca debió perder… Intentar ayudar con lo poco que se tenga a que la niña del bocadillo de imaginación pueda comerse uno bien grande de chorizo. A luchar por nuestra sanidad y educación pública. Seguir gritando hasta desgañitarse por el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, sobre lo que entra y sale de nuestro útero (por no decir coño, que es lo que me viene a la mente), ser la mosca cojonera que nos les permita dormir el sueño de los triunfadores que se salen siempre con la suya. Conseguir que princesas, consortes, mujeres a la vieja usanza que no se enteraban de que en su garaje había un jaguar, creadores de aeropuertos con mucha suerte en la lotería, gentuza que se aprovecha de niños que no tienen que comer, sufran, pero sufran de verdad. Que si la ley es injusta y está comprada, ellos no tengan el descanso de los justos, porque no lo son, que cada día recuerden lo que hicieron. Que sufran, que penen por el daño hecho a esta sociedad. Que los que podemos seamos la voz de los que no pueden, por ejemplo, los discapacitados que no tienen ningún tipo de ayuda, que la ley de ayuda a la dependencia vuelva a instaurarse. Y volviendo al tema del aborto, que aquella mujer a la que no se le permita abortar por graves daños en el feto, pueda dejar a ese niño en casa de Gallardón para que lo cuide durante toda su vida, ya que ella no va a recibir ningún amparo de ninguna institución…
Elegir, decidir qué papel vamos a jugar en este 2014, el mismo que hasta ahora de sumisos, corderitos que se resignan a que no hay nada que hacer, o seres activos que luchan por lo que quieren. Porque las luces de Navidad, un año más se apagan y, amigos, el espectáculo debe continuar!