“He intentado aquí poner al descubierto, con la falta de reserva de una confesión de última hora, los términos de mi relación con el mar, que habiéndose iniciado misteriosamente, como cualquiera de las grandes pasiones que los dioses inescrutables envían a los mortales, se mantuvo irracional e invencible, sobreviviendo a la prueba de la desilusión, desafiando al desencanto que acecha diariamente a una vida agotadora; se mantuvo preñada de las delicias del amor y de la angustia del amor, afrontándolas con lúcido júbilo, sin amargura y sin quejas, desde el primer hasta el último momento (...) Este libro escrito con absoluta sinceridad no oculta nada... a no ser la mera presencia corpórea del escritor. En estas páginas hago una confesión completa, no de mis pecados, sino de mis emociones. Es el mejor homenaje que mi piedad puede rendir a los configuradores últimos de mi carácter, de mis convicciones, y en cierto sentido de mi destino: al mar imperecedero, a los barcos que ya no existen y a los hombres sencillos cuyo tiempo ya ha pasado.”
A veces uno tiene la suerte de descubrir un título nuevo de un autor de los que llevan años acompañándole y se lleva una alegría, como quien encuentra un recuerdo perdido o tal vez una pequeña fortuna. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El espejo del mar.
Como si de la Santísima Trinidad Lectora se tratara, me encuentro con un libro de: Reino de Redonda, una editorial que adoro, un prólogo de Javier Marías, por quien siento una devoción manifestada mil veces, y un título de Joseph Conrad, oh, Dios mío, Joseph Conrad. Así que era fácil adivinar cuál iba a ser mi próxima lectura, un libro en el que Conrad vertiera sus dos décadas de marinero. En capítulos como relatos veremos sus opiniones, las dársenas, los barcos y un poco de autobiografía. Pero no hay que pensar que es un libro para amantes del mar, no. En realidad es un libro para ti o para mi, para cualquiera. Porque la prosa de Conrad envuelve todo el contenido de una forma limpia y convierte la lectura en un placer. Además, ¿no habíamos leído ya sobre el mar en una gran parte de su obra? Aquí simplemente nos deja una colección de reflexiones que escribiera en su día como espacio en el que tomar aire mientras creaba "Nostromo". Tiene mucho de reflexión a un amigo, de ligereza a la hora de hablar de pensamientos propios en los que Conrad se pregunta qué cómo quedarán los cambios una vez se implanten: cuando los barcos hagan ruido y los marinos cambien, cuando las dársenas no sean los mismos espacios que son ahora. De este modo logra que el lector se pregunte qué hubiera dicho en caso de poder asomarse a la vida en el mar hoy llena de sonidos que ocultan el rumor de las olas que tanto le gustaba. Y es que, quizás por haberla escrito ya retirado y con la distancia justa de su mar, se percibe un amor desmedido por ese lugar que arruina hombres y desgasta barcos. Como si estuviera parado ante él, mirando al horizonte por encima del mar con el amor que siente el marinero por su oficio.
De El espejo del mar me gusta el título; el tema, el mar; el autor, Joseph Conrad; el traductor, Javier Marías y el prologuista Juan Benet. Y, si tuviera que elegir una sola de todas sus frases, sería esa en la que alude a la locura y las aventuras en una quijotesca frase. Por si no ha quedado claro, el libro me ha gustado, ha sido un verdadero placer encontrarme algo inédito firmado por Conrad. Espero que me quede aún algún otro título por descubrir. Así volveré con la seguridad de haber descubierto un tesoro. Y no hay mayor placer para un lector, que sentir esa emoción de descubridor de tesoros... aunque luego resulte que sean secretos a voces.
Lean, lean a Joseph Conrad y luego vienen y me cuentan. No todos los días se puede recomendar un nombre con la seguridad con la que lo hago hoy.
Y vosotros, ¿me recomendáis hoy un título a mi?
Gracias.