Valladolid, Madrid, Pamplona y Guadalajara me han visto pasar esta semana. En una de las sesiones, uno de los alumnos me comentó que le había resultado complicado rellenar uno de los test de competencias que hicimos. Le había costado enfrentarse a sí mismo, a sus capacidades, a sus fortalezas y a sus áreas de mejora. Sin embargo, a lo largo de la sesión, fue capaz de decirle a todos sus compañeros de equipo cuales eran todos aquellos puntos en los que debían mejorar.
Cuentan que un anciano miope se consideraba un experto en arte. Un día que iba de excursión con unos amigos a visitar un museo, olvidó sus gafas en casa. No podía ver los cuadros con claridad, pero eso no le importó para manifestar sus duras opiniones sobre los artistas.
Se detuvo delante de lo que pensaba que era un retrato de cuerpo entero y empezó a criticarlo. "El marco es inadecuado para el cuadro. El hombre está vestido de forma ordinaria. El artista no debía haberse fijado en un ser tan vulgar y sucio para su retrato. Roza la falta de respeto...". El anciano siguió criticando hasta que su esposa se acercó por detrás y en voz baja le dijo: "Querido, estás mirando un espejo".
Y es que cuando nos enfrentamos a nosotros mismos, o lo hacemos con humildad y sinceridad o acabamos fijándonos más en los defectos y problemas de los demás. Y eso, en el fondo es cobardía o pereza. Deberíamos mirar más hacia nuestro interior, con la certeza de que a veces veremos algo que no nos gustará. Pero con la esperanza de que podremos poner todos los medios necesarios para mejorar. Y esa capacidad de mejora es todo un aliciente en la vida.