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Revista Cine
Lo que hace grande a esta película es su vocación por ser pequeña, por no aparecer ante el público como un superproducción, sino que su ambición es filmar un guion bien estructurado acerca de un personaje histórico que merecía. Hay que decir que buena parte de la culpa del excelente resultado final lo tiene la magistral actuación de un Benedict Cumberbatch que hace suyo un papel complicado y demuestra que es uno de los mejores actores del momento. Porque parece ser que Greville Wynne era un ser anodino al que nadie se hubiera imaginado en su papel de espía, por más que al principio no supiera muy bien las repercusiones de lo que estaba haciendo. Otro de los aciertos de El espía inglés es no presentar la típica trama enrevesada propia del género. Cooke prefiere centrarse en la psicología del personaje principal, en las repercusiones que tiene en su salud mental y en las relaciones con su familia la actividad tan arriesgada que está ejercitando cuyas tensiones debe asumir prácticamente en solitario. De ahí la profunda amistad que cultiva con el alto cargo soviético que es su contacto para pasar información a los americanos en los prolegómenos de la crisis de los misiles de Cuba, un episodio cuyos fantasmas vuelven a asomarse en estos tiempos tan inciertos.