Publicado en HeraldPost.es
La visita del Oriol Junqueras a la capital del país ha tenido como consecuencia la activación de Fondo de Liquidez Autonómica para prestarle la nada desdeñable cantidad de 1.600 millones de euros al Govern. Yo, hay meses que no los gano. Poco importa que de los 1.500 millones de déficit de las autonomías solo se hayan enjugado 100 y que Cataluña venga siendo una de las tradicionales incumplidoras. A la hora de la verdad, para la compraventa de votos, sean ciudadanos o de sus señorías sirve cualquier número de cuenta, cualquier partida presupuestaria. Cualquier paquete de miles de millones.
Si por algo se ha caracterizado el modelo autonómico español es por la falta toda de rigor y nula responsabilidad de todos los implicados. También por crear ominosos agravios comparativos, pues tradicionalmente los que dan y los que reciben suelen ser los mismos. Algunos emplean este agravio como excusa para justificar sus aventuras. Otros mienten sobre ello para solicitar más gasto. Y nadie, absolutamente nadie, hace gala de una economía equilibrada. Si el gasto es abrumador los mecanismos para seguir gastando son de sobra conocidos. Ahora son 1.600 millones. Yo no me olvido de los pagos a las farmacias en Cataluña y Valencia. Tiren de hemeroteca y recuerden el ímprobo camino de los boticarios. Un pestilente modus operandi el de todos los implicados, a excepción de los pobres afectados que tuvieron que tragarse sapos y culebras. Es solo un ejemplo.
En realidad a todos, menos a los contribuyentes, conviene que así sea. Si la responsabilidad se diluye en excusas y argumentos fácilmente manipulables, en absoluto transparentes para el votante poco experto en lides financieras, todos salen ganando en las negociaciones de lo que sea. Los dineros cambian de bolsillo como pago por el servicio que venga al caso. Usted y yo asistiremos indignados al espectáculo.
Los modelos de financiación de la Administración no han de ser solidarios – qué adjetivo tan tremendo para designar lo que en España es poco menos que una casa de putas – si no responsables. Esto implica necesariamente competencia fiscal entre las distintas administraciones, las autonómicas y por qué no, las municipales. Un modelo totalmente centralizado, lejano al ciudadano, concentra todo el poder y el resultado sería similar al que tenemos. Es lo que tenemos ahora salvo agravios comparativos. Es lo que viene ocurriendo desde que Franco murió en la cama, modelo tras modelo – de financiación. Un modelo responsable es el que está formado por compartimentos totalmente estancos. Es un modelo sin vasos comunicantes, en el que el que gasta más de lo que tiene asignado – o recaudado – simplemente pierde partidas al año siguiente. Con la ventaja además de que a mayor atomización, mayor facilidad para el contribuyente de saltar de una localización a la de al lado, pudiendo premiar las buenas gestiones y no contribuir para financiar las malas.
Elegir entre un gran poder, con su correspondiente gran discrecionalidad y uno chiquitito con la suya bastante más mermada, no debería ser tarea complicada. No obstante, y siendo que a todos benefician el caos organizativo y el exceso de páginas del BOE – menos a usted y a mí, claro está – la pila de argumentos en contra de un federalismo real, también en lo económico, o incluso un municipalismo, será profusa y abundante. Se trata de nublar su juicio apelando generalmente a la bilis. Todos carecen de sentido si planteamos las cosas con naturalidad: no se puede gastar más de lo que uno ingresa, por muy gobierno que uno sea. Eso lo saben las abuelas, lo sé yo y lo sabe cualquiera.
Si la Libertad es uno de nuestros principios, la Responsabilidad es su consecuencia. Si queremos vivir en Libertad debemos exigir Responsabilidad a los que nos rodean. Y, vive Lemmy, que el gobierno está en todas partes.
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