Cuentan en los libros de historia algo parecido a que un buen día hartos de aguatar el ver como unos no tenían con que alimentar a la prole mientras otros vivían en la opulencia y el fasto. Los desarrapados marcharon hasta donde los monarcas y la liaron tan gorda como que acabaron las cabezas de los de las coronas en unos canastos de mimbre. También cuentan que allá en Rusia, donde hacía frío, llegó alguien y reunió a los mismos, a los que estaban pasándolas canutas, y acabaron “calentando” a los zares… y así podemos encontrar innumerables aventurillas en las que a las gentes se les hincharon las narices y se hartaron de vivir en este valle de lágrimas mientras otros empalmaban fiestas y más fiestas en su cara. Puede que en un país en el que trabajar de sol a sol no te asegura nada y en el que según Cáritas seis millones de familias -el 31,5 % de los hogares en España- no cuentan con un presupuesto que garantice unas condiciones de vida dignas esa música debiera sonarnos pero no, aquí no sucede nada, todos continuamos creyendo esa falacia de que la pobreza no nos alcanzará porque somos «clase media» y hacemos bueno aquello de nuestros antepasados cuando volvió FernandoVII, desengancharon los caballos y se pusieron a gritar «que vivan las cadenas». Nada, barbaridades que se le pasan a uno por este cerebro medio enfermo que llevo puesto dentro del cráneo.
Ya no sé qué pensar, pero a veces me salta a la cabeza Antonio Machado cuando decía aquello de “Nuestro español bosteza. ¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío? Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?” Pienso si no tendrá todavía razón y se me hiela la sangre. Quizá sea que andamos todos un poco atrofiadillos o puede que, por suerte, nos hayamos civilizado un poco y ya no nos atrae tanto el tema de hacer rodar cabezas. No lo se, pero cuando sale el tema Paco, en el café, siempre dice lo mismo; “A nuestros abuelos esto no se atrevían a hacérselo” ¿Tendrá razón? Seguramente. Ellos la hubiesen liado parda, pardísima. en una «discusión» de esas que intenta ningunear un tal Feijoo con la solemne barbaridad de dejar una guerra civil con miles de muertos y una sangrienta dictadura de 40 años en una mera “discusión de los abuelos” Debiera salir alguien de su partido a explicarle un poco de SU propia historia y de paso contarle que lo de banalizar la historia, reducirla al absurdo para que «pasemos del tema» es una táctica tan vieja que no cuela y encima ofende a propios y extraños.
¿Qué nos sucede? Igual estamos un poco idiotizados, saturados, mega DESinformados, como distraídos en miles de noticias cada una más horripilante que la anterior, inmersos en la vorágine, en las sandeces de gentes como Ayuso y sus “ayusadas”, en las previsiones que hacen los ricos y los perpetuos anuncios del fin del mundo, demoledores, de los que dicen que nos van a sacar de una debacle financiera que está por llegar. Ruido, nada más que ruido que nos impide pensar, como cuando alguien está toda la tarde tocando los platillos a nuestro lado.
Puede que se trate de eso, de crear ruido, mucho ruido para que nos estemos quietecitos, para que no nos acerquemos a su palacio, para que no molestemos y que no tengan que enviarnos a “comer pasteles” como cuentan que dijo María Antonieta. Estruendo atronador para mantenernos en este estado de acogotamiento en el que parecemos inmersos. Igual no saben que al final, con tanto ruido, nos volveremos sordos y entonces esto desembocará en una revuelta de los que cada vez andamos más hartos de ver como no podemos salir de la miseria de manera digna y el asunto acabará como y cuando acabe. Espero que entonces sepamos reconducir esto como hemos aprendido, sin tener que verter sangre, sin que lleguemos al estallido social. ¿Sabes? Hoy soy pesimista, creo que nos acercamos al punto de no retorno como los lemmings al acantilado, con demasiada osadía, con imprudencia, con alegría incluso después pasan cosas y nos dicen que no podían preverse o que la culpa es nuestra, por quejarnos por encima de nuestras posibilidades o algo así. Sólo falta que aparezca algún iluminando vestido de mesías, que hipnotice a las masas y que desencadene el desastre, el terreno parece abonado ¿No lo huelen en el ambiente nuestros políticos? ¿No perciben nada cuando ven que cada vez está tomando más fuerza la ultraderecha más rancia? ¿No hemos aprendido nada? Si al final hay veces que llego a pensar si no sería un tanto profético Marty McFly, en “Regreso al futuro II” cuando le dice a Doc aquello de “¿Qué pasa, Doc?¿En el futuro nos volvemos gilipollas?” Espero que no