El estatuto de la yihad es particular en el islam. Pese a ser obligatoria para el creyente, su no observancia no es motivo de excomunión, a diferencia de lo que sucede con los cinco pilares. Esto es así porque no todo musulmán que no toma las armas contra el infiel obra de este modo por hipocresía. Cabe también que se abstenga de ello por ser demasiado arriesgado o inoportuno. Por tanto, para evitar la condena eterna basta con que esté dispuesto a tomarlas y lo haga cuando es debido. Pero si otros lo hacen por él, queda temporalmente relevado.
Todo musulmán es un combatiente en potencia y todo infiel es un enemigo latente.