Revista Opinión

El "estigma" de ser socialista o comunista en España

Publicado el 08 mayo 2020 por Franky
La crisis del coronavirus está dividiendo todavía más a España en dos bandos irreconciliables y la próxima catástrofe económica que ya despunta por el horizonte amenaza por radicalizar todavía más ese encontronazo y hacerlo brutal. Por culpa de Pedro Sánchez y de su lugarteniente, Pablo Iglesias, los socialistas y comunistas españoles empiezan a ser tratados como apestados por el grueso de los ciudadanos. Al menos el fracasado liderazgo de Sánchez e Iglesias está aportando a España algo de gran valor: un notable aumento del rechazo al socialismo radical sanchista y al comunismo, una ideología que en España había gozado, desde la Transición, de buena prensa, casi tanta como el socialismo. Pero ahora, por fortuna para los españoles, el comunismo se está convirtiendo en una opción estigmatizada e intensamente rechazada por las mayorías. Nunca antes, desde los tiempos de la guerra civil (1936-39) el país estuvo tan dividido y enfrentado como hoy. Ser socialista o comunista en España es, cada día más, un estigma que marca. Hay empresas que los rechazan como empleados y comunidades de vecinos donde son mal vistos, Por los muertos provocados, por la pésima gestión de la crisis que está haciendo el gobierno socialcomunista, por la ruina que el socialismo siempre trae consigo cuando gobierna, por la corrupción que se dispara cuando ellos mandan y por otras muchas razones, el rechazo a los socialistas y comunistas crece en España como la espuma. Cada día son más los que además de culpar a Pedro Sánchez y su gobierno de los males que está padeciendo España, sobre todo de la lluvia de muertes por negligencia y de la ruina económica que amenaza al país, culpan también a los votantes de ese partido por haberles entregado el poder. Se están rompiendo amistades y el número de enfrentamientos, divisiones y separaciones, incluso dentro de las familias, crece constantemente, todo ello motivado por la creciente distancia que separa a los colores e ideologías. Ya no es sólo una lucha entre rojos y azules, sino un rechazo colectivo a los que se benefician claramente de los favores y privilegios que el gobierno otorga a los suyos: empleos, subvenciones, influencia, favores, etc. --- La estupidez radical del gobierno está recuperando en España los odios y riesgos de enfrentamiento que infectaron el mundo durante la guerra fría. Las izquierdas aparecen como enemigas de las libertades y partidarias de engordar el poder del Estado, mientras que las derechas se esfuerzan por parecer defensoras de las libertades, la democracia y la sociedad civil.

Durante las últimas décadas, ser de derechas en España era motivo para que te llamaran fascista y te estigmatizaran, pero los fracasos y abusos de Zapatero y Sánchez, unidos a sus alianzas con comunistas y nacionalistas radicales antiespañoles, están convirtiendo a los rojos en las nuevas dianas del escarnio.

Las izquierdas responden con el mismo odio y rechazo a la otra parte, lo que está provocando una severa división del país en bandos y una guerra creciente y visible en las redes sociales, donde cada bando alimenta su causa con historias, argumentos, mentiras, invenciones y bulos, siempre orientados a desacreditar al contrario.

El fenómeno se está agudizando con el confinamiento forzoso frente al coronavirus, gracias al cual la gente, frustrada por la reclusión obligatoria y por el "ordeno y mando" del gobierno, amparado en el "estado de alarma", tiene más tiempo para reflexionar y para transformar la indignación y el rechazo en odio. La gente parece ignorar que ese ambiente de división y enfrentamiento suele ser la antesala de un conflicto civil.

La divisiones y odios africanos que germinan en España tienen su reflejo en el Congreso y en la palestra política en general, donde los debates son especialmente duros y los ataques de una crueldad desconocida. La oposición rechaza la línea del gobierno que les chantajea argumentando que o te sometes a mi mando o eres fascista y antipatriota, mientras que las derechas responden al gobierno afeándoles su ineficacia, sus compras de materiales sanitarios que no sirven y a precios astronómicos, la desprotección de médicos y enfermeros frente al coronavirus, el abuso de los decretos, el bloqueo al control parlamentario y, sobre todo, la terrible e insoportable ola de muertes provocada por la incompetencia gubernamental.

En algunos colectivos, el odio al gobierno está creciendo de manera exponencial, con el sector sanitario a la cabeza, que culpa a Pedro Sánchez y a su gobierno de haber convertido España en un cementerio y en un gigantesco hospital por su imprevisión, errores y torpeza, donde el mayor número de victimas las han puesto los ancianos y los sanitarios, ambos colectivos desprotegidos y sis defensa frente al virus.

Otros sectores como los autonomos, los empresarios, los farmaceuticos, la hostelería y muchos otros, empujados hacia la ruina por la duración de la pandemia y por las imprevisiones y errores del gobierno, también acumulan rechazo al las izquierdas que gobiernan.

Recientemente se organizó una cacerolada contra el gobierno que tuvo un seguimiento enorme, mientras la intensidad de los aplausos a las 20.00 horas decae cada día.

Pablo Iglesias se ha convertido en un auténtico lastre para el PSOE y, mas concretamente, para Pedro Sánchez. El líder de Unidas Podemos hace perder votos al gobierno cada vez que interviene en público, algo que ya se lo ha hecho notar varias veces el gurú estratega Iván Redondo.

Francisco Rubiales


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