Busca la palabra estrés en Google. Los resultados son tan variados como deprimentes. Hay millones de estudios, de artículos, las revistas no dejan de hablar de ello. Estrés por aquí, estrés por allí... Como mucho porque tengo estrés, como poco porque tengo estrés... Me mato a hacer ejercicio porque tengo estrés, fumo como un carretero porque, es que tengo estrés... El estrés es descrito como la enfermedad del siglo XXI, como emoción negativa, como fuente y causa de múltiples enfermedades físicas como tumores o trastornos digestivos, así como de trastornos psicológicos, siendo ejemplos depresión, ansiedad, anorexia o bulimia.
Demasiado negativismo, como siempre. ¿Qué ha pasado este último siglo con la fama negativa e innecesaria que se le ha dado a la palabra "estrés"? Concepto que por cierto, ni se conocía hace siglo y medio. ¿Por qué ha sido generado ese miedo, esa mala relación, esa evitación a toda costa, de una emoción que no solo generamos voluntariamente (la sociedad capitalista es algo inventado por el ser humano, verdad?) sino que es total y absolutamente natural y forma parte de nuestro amplio repertorio de emociones?
Hace poco pude ver un vídeo que por fin corroboró mis sospechas y ya fundamentadas creencias. Kelly McGonigal, psicóloga americana de la Universidad de Stanford, realizó un estudio que apoya mi crítica a las creencias sobre el estrés (exactamente igual que critico algunas creencias sobre el síndrome de Burnout) y presentó los resultados en una charla que ha sido publicada en la famosa comunidad virtual de TED. A los profesionales de la salud, a las industrias farmacéuticas, a los políticos, a demasiada gente con poder hoy en día, les conviene que se atribuya al estrés un significado alarmantemente negativo. Si existe estrés, aumenta la susceptibilidad de ser manipulado, es un producto, un estado creado en las personas que genera una necesidad que no existía, una necesidad fantasma de ayuda, de demanda de soluciones. Pero esto no es nada novedoso en la sociedad, sucede de hecho con excesiva frecuencia, crearte necesidades que no tienes para luego ofrecerte soluciones.
Así es cada vez mayor el número de personas que buscan esta palabra en el buscador más potente de todos los tiempos, que en mi humilde opinión, no solo es potente sino también injustamente poderoso. El estrés es pues, el enemigo. Ese estado que nunca queremos tener, y que paradójicamente tenemos constantemente.
Es por tanto importante, o al menos considero yo importante, propagar este conocimiento y ponerlo al alcance de todos de forma gratuita, altruista, sin otro objetivo que no sea el de ayudar a vivir un poquito más felices (y menos estresados, claro).
Pues bien, precisamente caer en esa trampa, en esas redes, de vivir evitando el estrés, genera en sí estrés. Es el comunmente llamado "miedo del miedo". Son las creencias que han sido lentamente incorporadas e incluidas en tu sistema natural de creencias, las que te producen ese estado que de forma mantenida y a largo plazo desencadena efectivamente en enfermedades manifiestas.
Es curioso como además aquél que vive relajado y sin estrés, está socialmente visto como "empanado" o vago, desde luego da qué pensar. La vida no tiene por qué ir más deprisa de lo que uno quiere que vaya, no hay prisa, la prisa (me puedo imaginar que la palabra prisa viene o está relacionada con la palabra presión) nos la damos nosotros porque así lo decidimos, porque vida hay de sobra para hacer todas las cosas que queremos hacer.
En mi opinión el estrés es algo así como un amigo que te está avisando de que deberías hacer algo o de que algo no va bien. Una especie de rescatador muy pesado. Y como nos han enseñado que es malo y que es el enemigo, le oímos pero no le escuchamos, pasamos de él, huimos, y entonces sigue molestándonos en el tiempo, insistiendo hasta que le hagamos caso y le escuchemos.
Es por tanto quizás algo más efectivo, cambiar esas creencias y aceptar al estrés, darle la bienvenida y preguntarle por qué ha venido, qué tiene que decirnos. En cuanto notes algunos síntomas físicos o psíquicos (problemas de sueño, apatía, tristeza, frustración, ansiedad, síntomas somáticos como granitos, eccemas, trastornos gastrointestinales entre muchísimos otros muy diversos) pregúntate por qué podrías estar así. Identifica. Prioriza. Actúa. Proponte metas reales y alcanzables. No procrastrines. Dedícate tiempo a tí, a tus hobbies, elige estar solo. Que la soledad no te elija a tí, pues es entonces cuando se deja de disfrutar. Relájate, borra de tu lista aquellas cosas por hacer que realmente no eran tan importantes. Ríete y sonríe, aunque no tengas ganas. Si no consigues algo que te has propuesto, piensa en todo lo que has aprendido durante el camino.
Y sobretodo, sobretodo... Que no te estrese el estrés.
Escúchale, y verás como desaparece...
!Hasta muy pronto!
"Primero no preocuparse por las cosas pequeñas y segundo, recordar que casi todas las cosas en esta vida son pequeñas" (Adam J. Jackson)
"Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto" (Henry Ford)
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