El primer año de mi príncipe yo pensé que pararía en un pisquiátrico. No sólo debía atenderlo a él, es que también debía ir a trabajar a una oficina, atender llamadas de la oficina (en horas no laborales) escribir cinco artículos académicos para cumplir los requisitos de mi doctorado, dar clases en la universidad y si acaso tenía tiempo, debía peinarme, cepillarme los dientes, comer algo, ir al baño y dormir.
Llegaba en la tarde agotada a amamantar a mi niño, jugar con él, enseñarlo a hablar, a gatear y caminar. Creo que ese era el momento que más disfrutaba del día. Cuando se dormía, entonces comenzaba a preparar clases, escribir, y toda la lista de pendientes que siempre copaba mi agenda.
Soporté un año esa situación y luego frené. Me dediqué a lo estrictamente necesario, que era asistir a la oficina a trabajar (porque hay que pagar cuentas), una sola clase en la universidad y a mi pequeño.
Luego por esas cosas de la vida hemos estado juntos más de 6 meses, sin guardería que nos separe, sin oficina que atender, sólo con las clases de la universidad. Ha sido un tiempo maravilloso para verlo crecer y he disfrutado cada momento, incluso las pataletas.
Sin embargo también he reflexionado sobre lo mucho que nos exigimos las madres y el nivel de tensión (estrés) al que nos sometemos. Ahora no creo que termine en un psiquiátrico por la maternidad, aunque mi pequeño apenas tiene 3 años, y ya mis amigas (madres veteranas) me advierten sobre la adolescencia…espero que de aquí a allá ya los científicos hayan encontrado alguna vacuna para madres de adolescentes….