El exilio de Garzón

El debate sobre la memoria histórica está quedando eclipsado, una vez más, por el protagonismo y el enfrentamiento que en esta polémica están liderando Baltasar Garzón, el Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial. La batalla está siendo larga, cansina y decepcionante, pero lo que más me preocupa es que olvidemos cuál el eje central de la cuestión. Entre acusaciones, recusaciones, suspensiones cautelares, presuntos casos de prevaricación,… es posible que sean pocas las personas que recuerden que lo que realmente está juego es la justicia, la verdad y la reparación que las víctimas de la dictadura merecen.   

Ahora sabemos que Baltasar Garzón se trasladará por un periodo de siete meses prorrogables a la Corte Penal Internacional, en La Haya, donde permanecerá en situación de servicios especiales, siempre y cuando el Consejo General del Poder Judicial le de la licencia correspondiente, que parece razonable que así sea. Garzón lograría mantener, por esta vía, su destino en la Audiencia Nacional y su condición de aforado, de modo que las tres causas abiertas contra él continuarían tramitándose en el Tribunal Supremo y el Consejo General del Consejo Judicial difícilmente podría acordar su suspensión provisional, en relación con las investigaciones de las desapariciones forzosas,  ya que no estaría en el servicio activo.

Lo sé; es todo un galimatías, que distrae la atención y pervierte el tema de fondo, que resulta tan enmarañado que al final nadie se acuerda de exigir al Gobierno Zapatero una modificación de la Ley de Amnistía, de 1977, que, en coherencia con el derecho internacional y las recomendaciones de Naciones Unidas, ponga punto final a la impunidad con la que el Estado español pasó página a los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. Me consta que si el PSOE diera este paso, el Congreso de los Diputados sumaría las adhesiones necesarias para hacer efectiva la justicia, la verdad y la reparación que debemos a las víctimas de la represión franquista, Pero algo me dice que Zapatero no moverá ficha y nos quedaremos como estábamos.  Al tiempo.