Revista Deportes

El éxito de una generación

Publicado el 14 julio 2010 por Damsam

Sospechoso habitual. El éxito de una generación

Durante años, el deporte español ha vivido a la sombra de la derrota, de la mala suerte, de los pequeños detalles que desequilibraban la balanza en su contra, del acierto increíble del rival en determinados momentos, en definitiva, de la decepción. Exceptuando puntuales ocasiones como pueden ser los JJOO de Barcelona, Indurain y sus 5 Tours, éxitos aislados de Bruguera, la plata de Los Angeles 84 o el waterpolo (para qué negarlo, un deporte minoritario), que no tuvieron continuidad, el fracaso ha sido el acompañante que se ha buscado nuestro deporte a lo largo de los años.

Quizá las nuevas generaciones nos observen a los treintañeros como bichos raros. Ellos están acostumbrados a ganar, a tener deportistas en la élite en los que fijarse y seguramente, estando en su piel, sea muy difícil sentir lo que muchos españoles sintieron durante los años oscuros. Particularmente en fútbol, donde hoy se cosechan éxitos sin precedentes, ellos no recuerdan el gol de falta de Platini que se le cuela a Arconada, el penalty de Eloy, la falta de Stoijkovic, el fallo de Salinas y posterior gol de Baggio antes del codazo de Tassotti, los penalties ante Inglaterra, una Nigeria inferior que gana, gracias en parte a una cantada de Zubi, otro penalty, tirado a las nubes por Raúl, un colegiado egipcio de infausto recuerdo o el “vamos a jubilar a Zidane”. Ellos están acostumbrados a que se gane, tanto en fútbol como en basket, por poner los dos deportes más importantes a nivel mundial.

El éxito del domingo supone el colofón a una serie de circunstancias especiales. El inicio del éxito del deporte, a mi modo de ver, tiene nombre y apellidos. Sin olvidarte de Alonso o Gasol, se llama Rafael Nadal.

La primera vez que oí hablar sobre este chaval, en 2002, él tenía 15 años y era noticia porque a esa edad había conseguido ganar un partido ATP. Recuerdo a su tío, el central del Mallorca, Barça y la selección, hablando orgulloso de su sobrino. Después recuerdo la Copa Davis de 2004, que todo el mundo recuerda como la de Moyá, pero se olvidan que fue el de Manacor el que ganó dos partidos. Hasta la fecha uno no le daba mayor importancia, debido a la característica principal del jugador español: experto en tierra batida. La mentalidad de la afición estaba muy definida: en tierra los mejores, fuera de ella, unos meros figurantes.

Pero algo cambió. Una de las mejores rivalidades del deporte iba a comenzar. Lo siguiente que recuerdo es leer una noticia sobre un partido maratoniano entre Federer y Nadal en 2005 en el torneo de Miami (Cayo Vizcaíno). El suizo ganó en 5 sets en la final y el mallorquín se ganó mi admiración para siempre. Partidos como la final de Roma 2006, la de Wimbledon 2008 o la de Australia 2009 deberían estar en la videoteca de todo aficionado al deporte. Uno es más grande porque está el otro y ambos presentan juegos muy distintos y mentalidad muy parecida. En particular, Rafa Nadal tiene un juego más físico, no carente de calidad y con una garra y pundonor que no se recuerda, no solo en el tenis, sino en el deporte. Además, la ventaja de tener tan solo 24 años. Con semejantes cualidades, el único defecto que se le puede achacar es que su físico sufre demasiado ante una temporada ATP tan cargada de partidos.

Hemos sido testigos de grandes victorias, de su mentalidad ganadora, de su garra, y si alguien tiene la culpa, seguramente esté muy cerca de él. Cuando era pequeño, no eran pocos los partidos en diferido que su tío le ponía en el vídeo, sin saber el chaval que no eran en directo, en los cuales un jugador remontaba hasta ganar en cinco sets. Además, la humildad también es algo que se enseña. Tras ganar un torneo juvenil, un Rafa exultante fue visitado por su tío, que le trajo una lista de nombres que le obligó a leer, antes de preguntarle a ver si conocía alguno. Rafa dijo que no, y su tío le contestó que era la lista de ganadores del torneo que él mismo acababa de conseguir. Ninguno había logrado llegar a vivir del tenis. Mentalidad ganadora y humildad: así se forja un campeón.

La pregunta es la siguiente: ¿Hasta dónde llegará Rafa Nadal? La respuesta es fácil: hasta donde él quiera y su físico se lo permita. Durante los próximos años se dosificará más, jugará menos partidos, y si el tratamiento del doctor Mikel Sánchez (que por cierto, operó a un servidor) da resultado, le auguro una cosecha de títulos inigualable. Es cierto que es aventurado adelantar y pronosticar el palmarés de Nadal, dado que depende de varios factores (lesiones, algún rival que aparezca, situaciones personales), pero no sería descabellado pensar, a día de hoy, que podría fácilmente doblar lo que ha conseguido hasta la fecha.

Los rivales que tiene hoy en día son fácilmente analizables:

  • Federer: claramente en la cuesta-abajo de su carrera. Creo que no recuperará nunca más el número 1, pero asimismo, opino que es capaz, por calidad, de ganar algún torneo más del Grand Slam.
  • Djokovic: el serbio es bueno en torneos a tres sets. Sin embargo, presenta unas carencias físicas evidentes en torneos de dos semanas al mejor de cinco, llegando a la segunda semana totalmente descompuesto. No creo que vuelva a ganar un torneo del Grand Slam (ya ha ganado uno) a no ser que los rivales estén lesionados.
  • Murray: quizá a corto plazo es capaz de ganar algún torneo del GS, pero su mentalidad le puede traicionar, dado que cuando ha llegado lejos, le han batido.
  • Del Potro: acaso el rival más peligroso que tiene Nadal en pista rápida. El argentino ya sabe lo que es ganar el Open USA y si las lesiones lo respetan, no como esta temporada, ganará más.
  • Davydenko: al igual que el serbio, es un jugador de torneos a tres sets. Es muy bueno, sí, pero no ganará nunca un torneo del GS.
  • Soderling: le puede ocurrir igual que a Murray.
  • Roddick: en los tiempos en los que todos los cracks también lo son restando, el mejor sacador del circuito lo tiene difícil para reeditar el Open USA de 2003.

Sobre los que vienen, un ojo a Dolgopolov (ucraniano, 19 años) y a Gulbis (letón, 21 años). Seguramente aparezcan en los siguientes años jugadores jóvenes con energía que planten cara a los de hoy en día, está claro, porque los años pasan para todos, pero ahí estará Rafa Nadal.

En este país de pandereta, en cambio, siempre existirán los típicos inconformistas e impresentables que desprecien a Rafa porque su intolerancia va implícita en la idiosincrasia de muchos españoles: la envidia es el deporte nacional. El derecho a celebrar los merecidos éxitos propios debería ser siempre preferible al placer que algunos sienten por festejar las derrotas ajenas.

La mentalidad ganadora de Rafa, unida a una sencillez impropia de alguien tan famoso y adinerado, abrió un camino al resto de deportistas, enseñándoles a desprenderse del sambenito de perdedores. Hoy en día los aficionados disfrutamos de los logros de unos deportistas que, en su mayoría, son tan sencillos como excepcionales. Y si alguno ha tenido la culpa, ha sido el chaval de Manacor.


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