No me resisto a publicar estas reflexiones que mi amigo Pedro López, profesor de Documentación en la Universidad Complutense de Madrid, hace sobre el episodio del ajusticiamiento de Bin Laden.
-Primero: no se entiende celebrar como un “éxito” perseguir durante una década a un individuo. El fracaso es evidente. Como agravantes, además, la ocupación y destrozo de dos países (Afganistán e Iraq) provocando cientos de miles de muertos inocentes. Con “éxitos” así, la verdad es que es mejor detener la lucha contra el terrorismo, porque con unos cuantos es suficiente para destruir lo que queda de democracia (bastante destruida está por los poderes económicos).
-Segundo: “El mundo es un lugar más seguro”, se han apresurado a declarar tanto Obama como la Comisión Europea. Pura propaganda. El chiste del diario “Público” hoy (pág. 4) muestra a una pareja de ancianos con los pelos como escarpias ante la televisión, que dice “… el presidente Obama aseguró que la muerte de Bin Laden hace del mundo un lugar más seguro, y declaró la alerta máxima en todo el país, ante posibles represalias terroristas“. El mundo es un lugar más inseguro desde que se ha optado por este modelo de lucha contra el terrorismo, que declara implícitamente un Estado de excepción planetario. La democracia está más amenazada por esta lucha contra el terrorismo que por el propio terrorismo.
-Tercero: asesinar a un terrorista (no me creo que no se le pudiera capturar) y lanzarlo al mar no es propio de ningún país civilizado. Eso es el triunfo de la venganza, no de la Justicia. En una sociedad democrática impartir justicia es capturar al delincuente y juzgarle con todas las garantías. ¿Por qué había que matarle? ¿Acaso no podía tener información útil para esa declarada lucha contra el terrorismo? Lo que se está implantando con la excusa de la lucha contra el terrorismo supone un retroceso, no un avance democrático.