No cometer errores a veces no es sinónimo de ser mejor, sino de atreverse menos.
¿Te has preguntado alguna vez por qué hay personas que triunfan y otras que no? ¿Por qué a algunas les sonríe la vida y a otras menos?
Hay personas blancas, negras y grises. Siempre se ha dicho que algunos nacen con una estrella y otros estrellados. Como si la suerte y el éxito dependieran del destino o estuviera en nuestro código genético. Nada más lejos de la realidad. La suerte y el éxito, en gran parte, dependen de cómo nos relacionamos e interpretamos nuestro entorno. O ves un entorno lleno de oportunidades, o lo miras con los ojos de alguien que no espera nada.
El deporte es un reflejo de la vida. En el deporte hay jugadores exitosos y otros, que a pesar de tener talento, no llegan a triunfar. En el deporte, como en la vida, no hay una relación directa entre lo que te mereces y lo que inviertes para conseguirlo. No basta con tener talento, hay que saber darle valor. Muchos deportistas y muchos trabajadores se esfuerzan, entrenan, trabajan, son buenos compañeros y mejores personas, son coherentes con su escala de valores y a pesar de todo, no consiguen el éxito. Porque además de todo lo que depende de ti, también existen variables ajenas a nosotros...los rivales, el clima, los jueces, los jefes, los malos compañeros. Pero prestar a tención a lo que no podemos manejar es absurdo y una pérdida de energía.
¿De qué depende tener éxito en la vida?
La carga genética. Impepinable, y si no que se lo digan a Usain Bolt. Claro que si Usain no se entrena, no hubiera llegado a ser el mejor velocista del mundo. Así que la carga genética es importante, pero no determinante. Necesitas materia prima. ¿Has probado a hacer un salmorejo con unos tomatitos vulgares y luego otro salmorejo con unos buenos tomates, rojos, brillantes, gustosos y carnosos? ¿No es lo mismo verdad? El sabor cambia completamente. Pues lo mismo con nuestra biología. Pero... no tires la toalla si no tienes el físico o la inteligencia que deseas. La actitud y otros factores pueden suplir o ayudar a conseguir tu objetivo.
La inteligencia emocional y la capacidad de comunicación. Muchos alumnos que no obtuvieron un expediente brillante en cuanto calificaciones, han llegado a ser grandes triunfadores. La inteligencia emocional te permite estar en tu sitio, relacionarte con la gente de forma exitosa, entender emociones y expresar las tuyas de forma apropiada, defender tus derechos, en resumen, ser un animal social. Ser emocionalmente inteligente es un ingrediente importantísimo, la capacidad de expresarte en público y de saber estar, están presentes en cualquier trabajo. Las personas que tienen un discurso coherente, que sonríen, que se expresan de forma adecuada, las contemplamos con credibilidad, nos dan confianza y les otorgamos un valor añadido. Y esta inteligencia, a diferencia de otras, sí es entrenable. Puedes llegar a ser todo lo socialmente habilidoso que desees. En lugar de ir a la carnicería y pedir medio kilo de solomillo, puedes ir a un psicólogo y pedirle "quiero kilo y medio de inteligencia emocional, ¿me entrenas, por favor?"
El descaro y atrevimiento. La valentía tampoco viene en el código genético. La valentía se educa dejando que los hijos y los alumnos se equivoquen, priorizando el intento por encima del éxito. Si solo buscas éxito en tus alumnos, dejarán de intentar cosas nuevas con las que se sienten incómodos. Valora la creatividad y la búsqueda de oportunidades por encima de hacerlo bien o hacerlo mal. Está claro que hay errores debidos a los despistes y falta de profesionalidad a los que no se les puede hacer la vista gorda. Pero las equivocaciones fruto de querer intentarlo, de hacer las cosas de forma diferente, de probar a tener autonomía, deberían ser incentivadas. Ha hecho mucho daño esa madre que por hacer las cosas rápidas y bien te quitaba los platos de las manos y te impedía que fueras experimentando en las tareas domésticas... "quita, quita, que así termino yo antes... que si tengo que esperarte, se nos echa la noche encima..."
Lidiar con el fracaso y el error. La mayoría de los deportistas que no comenten errores no son mejores, sino que se atreven menos. Evolución implica equivocarse. Nadie evoluciona sobre la base del éxito. El error de hecho es una forma de aprendizaje. Estamos acostumbrados y educados a machacarnos con el error, porque así parecemos más responsables. Si no te flagelas porque te has equivocado, parece que no lo sientas. El peor error es darle vueltas y rumiar, en lugar de mirar al frente y buscar soluciones. Equivocarse debe conducirnos a analizar qué hemos hecho para buscar alternativas, nuevos caminos, otras formas de lograr el objetivo. Nada más. Rumiar el error para que "te quede clarito que eres malo y que lo has hecho mal" es gastar energía en lo que no tiene vuelve atrás. El error es para aprender, punto.
La resilencia o la capacidad de sobreponerse. Es imposible salir adelante y triunfar si te recreas en todo lo malo que llevas sufrido, en las oportunidades perdidas, en qué pudiste haber hecho, en lo que falló, en quien te hizo daño y en que la vida es injusta. A pesar de que todo esto sea cierto, ¿qué haces dándole vueltas a lo que ya no tiene solución? Las personas con resilencia miran al frente y dejan en la cuneta todo lo que resta. Y es muy fácil, solo tienes que decidir a qué le prestas atención. Tu cerebro no puede ocuparse de dos temas tan dispares a la vez: o te dedicas a pensar qué es lo que no funciona o te dedicas a pensar qué hacer para que funcione. La segunda opción te abre puertas y te aleja del sufrimiento. La elección la haces tú. Sobreponte a la vida, porque la vida no lo hará por ti. Las personas resilentes se centran en el positivismo, en creer en las personas, en pensar que el futuro les traerá el premio si se esfuerzan. El resilente no es despistado e imprudente. Es alguien con capacidad para sufrir, para dar más, para volver a intentarlo, alguien que analiza de forma objetiva los más y los menos.
El apoyo social. Rodéate de personas que te aconsejen bien, de gente que te quiera de verdad y te desee lo bueno. El apoyo social, ese ánimo que todos necesitamos en los momentos duros y en los buenos, ese aliento te alimenta. La familia, tus socios, tus amigos, hasta el señor que te pone el café en el bar y te pregunta que cómo va ese negocio. Busca gente parecida a ti, con calidad humana, con la que te sientas a gusto. Es una fuente de placer y bienestar.
Actuar, tomar decisiones, implicación, esfuerzo y ser coherente con tu escala de valores. Si no hacemos triunfar el talento es como no tenerlo. El éxito no está en SER excepcional, sino en HACER las cosas de forma excepcional. Hay personas que esperan que la suerte les llame a la puerta. Pero para encontrar el éxito, hay que cruzar la puerta y hacer cosas. Hacer cosas suena vago y general...pero hay tanto que se puede hacer que cuesta mucho especificar. Cada uno en su terreno, en su área, dentro de su especialidad, puede actuar. Actuar significar poner en práctica todas las grandes ideas que almacenamos en la cabeza. La cabeza está bien para idear, crear, darle forma, analizar, ver las ventajas y desventajas. Pero si tus grandes ideas se quedan solo en eso, en ideas, no las podrás disfrutar y vendrá otro, que tarde o temprano, las haga valer. Actuar también significa trabajar, esforzarte, abrir puertas y que te las cierren, muchas veces en tus narices. Pero tú lo volverás a intentar, porque siempre hay algún momento en la vida que te da paso o alguien que confía en ti para darte esa oportunidad. Solo es cuestión de intentarlo un poco más, con más intensidad, con más contactos, tocando a más puertas. Es cuestión de la calidad que ofreces con tus ideas pero de la cantidad de oportunidades que creas. En este caso, más si es sinónimo de mejor.
La formación. Tienes talento, actitud, un grupo de personas que te apoyan... pero si no te especializas, si no estudias, te formas, coges experiencia, imitas a los mejores, no llegarás a nada. No se para de aprender en ningún momento de la vida, y todo lo que puedes aprender te sirve en algún momento. No menosprecies la formación ni la cultura, cultívate como persona y como profesional.
¿En qué medida depende el éxito de ti?
No tengas dudas, tú eres el protagonista de tu vida y de lo que sucede en ella.