El Extranjero

La novela – lúcida descripción de la carencia de valores del mundo contemporáneo – tiene como referencia omnipresente a Meursault, su protagonista, a quien una serie de circunstancias conduce a cometer un crimen aparentemente inmotivado; su muerte en el patíbulo no tendrá más sentido que su vida, corroida por la cotidianidad y gobernada por fuerzas anónimas que, al despojar a los hombres de la condición de sujetos autónomos, les eximen también de responsabilidad y de culpa.

Impresión:

Este es uno de esos libros que tenía pendientes desde hacía millones de años y, por unas cosas u otras, nunca me acordaba de él. Hasta que ayer en el blog de Persiguiendo Dragones lo comentaron y me llamó la atención que tanto el chico que lo lleva como los comentarios dijesen que era aburrido, puesto que no era la impresión que me habían dado las personas que me habían hablado de la historia con anterioridad. Miré la estantería y ahí estaba, un libro finito (apenas 124 páginas) perfecto para ese momento en el que no estaba haciendo nada.

¿Me pareció aburrido? No. Un NO rotundo y en mayúsculas. Me ha parecido una joya. Quizá porque está impregnado del pensamiento Nietzsche, filósofo del que todavía me quedan cosas por leer pero me gusta bastante.

A partir de ahora, explicaré un poco más por qué me gusta esta historia y advierto de que puede haber spoilers.

Meursault me parece un personaje coherente. Esa falta de sentimientos y ambiciones no tienen por qué hacerlo un personaje frío, de hecho me parece que transmite más sentimientos que otros personajes más apasionados. Y, por supuesto, su forma de ser no lo hace menos inhumano. Él vive por inercia, hace las cosas por hacerlas y le da igual tener una relación (por ejemplo) que no tenerla y al menos es sincero; cuando la chica con la que se acuesta de vez en cuando le pregunta si la quiere, responde que eso no significa nada y que no, no la quiere.

También aparecen en escena dos de sus vecinos que, personalmente, me han parecido detestables. Uno por maltratar a su perro y otro por maltratar a su mujer. Meursault es testigo en varias ocasiones y no se mete en sus vidas, hasta que el primero le comenta que su perro se escapó y el segundo quiere vengarse de su mujer.

La primera parte me ha parecido interesante. Ya se intuye que las escenas en el entierro de su madre van a ser importantes durante el resto de la historia. Y así es. En la segunda parte, cuando está en el juicio por el asesinato de un tipo hacen más hincapié en la falta de lágrimas y en la entereza que mostró en el entierro de su madre y en los días posteriores que en el asesinato en sí.
Tienen ante ellos a una persona diferente. Una persona que no se rige por los mismos valores morales y que no tiene problemas para contestar la verdad. Tampoco muestra arrepentimiento y eso también les choca. Todo esto les parece un delito mayor que el asesinato. Al juez le enfurece esa parsimonia e indiferencia hacia todo.

La escena con el capellán me encantó. Está convencido que a medida que se acerque el final se rendirá a Dios y se mostrará arrepentido. Cosa que, por supuesto, no pasa. Le comenta que muchos presos llegan a ver la cara de Dios en la pared de la celda, a lo que él contesta que solamente ha visto la de Marie (su novia). Se mantiene tan firme en su posición de ateo que el capellán acaba con un ataque de ira.

Y Meursault es lo que más me ha gustado de la historia. Como ya he dicho, coherente de principio a fin. Su forma de vida me resulta tan respetable como cualquier otra. No todos tenemos por qué estar agradecidos por estar en este mundo. No todos tenemos por qué tenerle miedo a la muerte o pensar que estamos aquí por algo. No todos los que matan se arrepienten.

Se refleja muy bien que la sociedad no admite el pensamiento individual. Para no ser juzgado y para ser aceptado, tienes que pensar como el resto.

Puntuación: 8/10

Y, bueno, esto es una buena excusa para compartir un tema de The Cure, inspirado en dicha obra.