Revista Opinión

El extraño caso de Siena Greco – Capítulo 5

Publicado el 27 febrero 2020 por Carlosgu82

Capítulo 5. He perdido los huevos y la Cestas

GRECIA. Tesalónica. 01 abril 2005

Organización Paz Global (OPG)

(Sala de Discusión Principal)

La Sala de discusión principal parecía un lugar de apuestas debido al bullicio de las conversaciones que se generaron después de la noticia inesperada del presidente. A pesar de que Jeziel se encontraba entre ellos, los directores hablaban sin rodeos, porque querían que se acercara y les explicara. Y el, continuaba tranquilo como si nada hubiera pasado. Esa característica de parte del presidente les irritaba.
Algunos abordaron a Jeziel para exigirle una explicación y este continuaba con la idea de responderles el lunes. Era claro que no quería hablar nada del asunto con los directores. Después de hablar con la trinidad (apodo dado al grupo formado por Julius, Adelphos y Aetos) salió de la sala con cara de felicidad.

Dorian Basinas tenía la mirada perdida. Estaba petrificado. Sorprendido por la noticia. Casi ni pestañeaba. No entendía que había salido mal. Se consideraba la mano derecha del presidente. La persona de más confianza en su gabinete y ni siquiera lo habían colocado en la junta de gobierno.
«¿Por qué no me escogiste como presidente?», pensó Dorian, «¿Por qué no me escogiste para la junta? ¿Qué cosas has averiguado Jeziel? ¿Qué ocultas?».

Fausto Dalaras se acercó a Dorian, le colocó la mano en el hombro y mirando a la trinidad (Julius, Adelphos y Aetos) le preguntó con voz cautelosa:
— jefe ¿Qué le pareció la noticia?
Dorian respondió con bajo volumen y sin quitar la mirada de Jeziel dijo:
— No me digas jefe delante de esta gente. Recuerda que aquí, tú y yo tenemos el mismo rango. Somos directores. Siempre te lo he dicho.
— Ok. Ok. Te replantearé la pregunta ¿Qué opinas de la junta de gobierno?
— Hablamos después. No deseo charlar con nadie.

El director de comunicaciones se retiró de la sala con rostro de pocos amigos. Según el, Jeziel Shapiro lo había defraudado y engañado, porque le había dado a entender en el pasado que el sería la persona que guiaría a Paz Global después que él se retirara.
Todavía recordaba en su mente unas palabras que había escuchado del presidente hace unos días cuando tomaban una copa de vino en el aniversario de la organización: “A todos nos ha quedado claro que tú eres el que entiende mejor el funcionamiento de esta organización y además has sido el más responsable de todo el gabinete. Cuando me vaya a retirar, lo voy a hacer en paz, porque sé que todo va a quedar en buenas manos”.

Dorian continuaba pensando mientras iba por los pasillos, en la traición de Jeziel Shapiro y como se había burlado de él. Cuando llegó a su carro juró con lágrimas en los ojos que haría hasta lo imposible para que la junta de gobierno nunca tomara el poder.
Mientras tanto, Fausto se quedó pensando en las implicaciones que esta decisión tenía para él y para su jefe.

«Lastima. Quería ser vicepresidente. Había soñado con ese puesto. Debe ser difícil para mi jefe. Sus subalternos van a ser su superior. Pero… ellos también serán mi jefe. ¿Por qué esta junta está compuesta de empleados y no de directores? ¿Qué cosa rara es esta? ¡He perdido los huevos y las cestas! (Esta es una expresión coloquial griega que significa no tengo ni idea de lo que pasa

El director de recursos humanos busco la impresión de los directores que todavía estaban en la sala, acerca de la noticia. Aunque había diversidad de opiniones todos se preguntaban lo mismo ¿Por qué la junta de gobierno no está compuesta de directores?

Después que Jeziel terminó de hablar con la trinidad. Julius le contaba a Adelphos y Aetos como fue que llegó a trabajar en la organización y como antes del anunció estaba preocupado:
— Creí que me iban a despedir y ahora hay una posibilidad real de gobernar Paz Global ¿Qué es esto?
— Si tu no entiendes, imagina como estoy yo — dijo Adelphos con cara de asombro.
— Yo creo que ese ascenso es el pago de nuestros esfuerzos — aclaró Aetos.
— Yo no lo veo así muchachos. Estos directores tienen años con Jeziel, los he visto como se han esforzado. La pregunta que me hago es ¿por qué no colocó a sus directores en la junta de gobierno, que se supone que es personal de confianza?
— Si esos puestos son de confianza y él no los escogió para la junta de gobierno, es que tiene serias dudas sobre ellos. No veo otra razón. De lo contrario ninguno de nosotros fuera sido elegido. Ni siquiera usted jefe. Uno de esos directores es su superior. Él tenía más prioridad que usted, y usted tenía más prioridad que Aetos y yo.
— Te entiendo amigo. Nuestra paga tenía que ser de otro modo. Quizás un aumento de sueldo, más beneficios, pero no el poder que nos dieron. Aunque me duela tienes razón. No merecemos este ascenso.
— Hay tres cosas que están bien clara: La primera a nadie le gustó nuestro ascenso, segundo desde hoy ya no soy su jefe así que díganme, Julius. Y, por último, aunque sabemos que no merecemos este ascenso, debemos verlo como un nuevo reto que nos da la vida, quizás es la oportunidad de oro que todos estábamos esperando y no debemos desaprovecharla. Por lo tanto, hay que dar todo nuestro esfuerzo y trabajar en equipo.
— Si. Tienes razón. Hay que trabajar duro — dijo Adelphos — ¿Opinas lo mismo Aetos?¡Aetos!¡Aetos!
— Si. Claro. Hay que colocar el corazón en esto.
Aetos miraba con curiosidad a un hombre que estaba cerca de Fausto Dalaras y dijo:
— ¿Quién es ese hombre tan extraño?
— Ese es Fausto Dalaras. El director de recursos humanos.
— No. No me refiero a él. Sino al que está detrás.

Julius y Adelphos miraron en la dirección que le señaló Aetos, pero estaba solo la pared.
— Gordo no hay nadie.
— Aetos está solo la pared. ¿Te sientes bien?
— Es un hombre como de 1.90 m de estatura, su color de piel es negra, su pelo y barba son blancos y tiene una nariguera negra en su nariz. Viste un sobretodo negro, con pantalones, camisa y zapatos del mismo color. No entiendo porque no lo ven.

Julius y Adelphos se miraron y Julius le dijo:
— Buenos muchachos, el tiempo nos dirá quién es este personaje. Por ahora me retiro y nos vemos mañana en la casa del presidente.

Julius abrazó a Aetos y a Adelphos cuando se despidió y así les daba a entender que quería que ellos fueran sus amigos. Por lo general en Grecia la forma de saludarse más común es el apretón de manos, pero los amigos y parientes se abrazan y besan. Con respecto al hombre misterioso que vio Aetos, desapareció cuando Julius se despidió.

Aetos buscaba con la mirada en toda la sala al personaje extraño y Adelphos le preguntó:
— ¡Gordo! ¡Gordo! ¿A quién buscas? Me estás preocupando.
— Juro por mi Dios, que no te he mentido. Estaba allí Adelphos. Ahora no está. Desapareció ¡He perdido los huevos y las cestas!
— Puede ser que estés cansado. Quizás la noticia. No sé. Deberíamos irnos también. Mañana nos espera un fuerte día de trabajo.
Adelphos le hizo señas a Aetos para confirmar con sus gestos que deberían retirarse. Cuando iban a salir, los interceptó Fausto Dalaras en toda la puerta de la sala y se colocó en medio de ellos poniéndole las manos en los hombros de cada uno y les dijo:
— Ah. Aquí están. Los andaba buscando. Estoy a su completa disposición para lo que sea. cualquier pregunta que tengan con respecto a mi trabajo se las puedo responder con mucho gusto. ¡Felicidades por su ascenso!
— Gracias.
— Gracias, amigo.
«Tengo que hacerme amigo de esta gente», pensó Fausto, «Necesito que me confirmen en el puesto el mes que viene, no quiero perder poder en Camaleón»
BRASIL. Belo Horizonte. 01 abril 2005
(Clínica del Doctor Catriel Da Costa)
— Paulo. necesito que vayas a que Donato y Amaranta y le digas que voy a hablar con Siena para darle el diagnóstico y después hablaré con ellos. Luego de que le des ese mensaje, continúa contando chistes para que los entretengas. Necesito tener tiempo con Siena para preguntarle algunas cosas.

Paulo volvió con Donato y Amaranta e hizo justo lo que el Dr. Rinaldi le había indicado. A los pocos minutos de darles el mensaje inicial se escuchaban las carcajadas efusivas de Amaranta. Justo lo que deseaba el galeno.
El Dr. Rinaldi entró en el sistema que controlaba las historias clínicas y registró los datos de Siena, los resultados de los escaneos y el diagnóstico del lector. Luego, entró en la biblioteca digital del Dr. Catriel Da Costa que era muy grande ya que, en el estaban registrados todos los casos que había tratado por más de cincuenta años, libros escritos por él, por otros colegas, artículos diversos, revistas. En fin, un universo de información bastante amplio.
El galeno colocó en el buscador principal la palabra “dos cordones de plata” y no consiguió ningún resultado, luego colocó “múltiples cordones de plata” y se alegró cuando consiguió un escrito del Dr. Catriel que hablaba del tema. El libro se llamaba mitos y verdades de las posesiones diabólicas y fue publicado en el año 1980. El capítulo se llamaba ¿Almas o demonios? El Dr. Rinaldi le dio clic con rapidez apenas apareció en la pantalla y pudo leer lo siguiente:
«Debido a toda mi experiencia y el de mis colegas en el ramo del demonismo. Puedo decir sin temor a equivocarme que las posesiones son solo ejecutadas por espíritus como ángeles o demonios o cualquier otra criatura, pero nunca por almas fallecidas; lo que hace imposible ver múltiples cordones de plata en el cuerpo de una víctima. Es útil aclarar que el cordón de plata es para un alma que se encarna no para las demás criaturas. Por lo tanto, concluyo que los múltiples cordones de plata. Es un mito”.

Las preguntas que se hacía el Dr. Rinaldi, eran muchas, pero era claro que no tenía respuestas, ni siquiera la base de datos del Dr. Catriel pudo ayudar. En ese momento recordó que Siena estaba en el decodificador y que debería darle el diagnóstico y aprovechar para hacerle algunas preguntas que lo orientaran a la solución del caso. Lo que sí estaba seguro es que tanto el cómo el Dr. Catriel Da Costa nunca habían presenciado un caso como el de Siena.
«Si Siena no me da pistas con las respuestas, habrá que localizar a esa alma y preguntarle. Pero ¿Cómo la consigo? No tengo esa tecnología»

El Dr. Rinaldi se dispuso a ir donde estaba Siena. Mientras que Paulo, Donato y Amaranta continuaban conversando a gusto. Cuando él llegó al decodificador se dio cuenta que la paciente estaba sentada en la camilla. Hacía unos minutos que se había despertado.
— Buenas — saludó el galeno.
— Hola Doctor. Dormí mucho, lo que pasa es que estaba muy cansada y me dolían las rodillas. Espero que me traiga noticias.
— Si. En realidad tengo el diagnóstico.
— ¿Qué me está pasando?
— Los resultados de todos las exploraciones que se hicieron revelan que posees una enfermedad autoinmune, llamada Lupus eritematoso Sistémico que ataca tu cuerpo cada diez minutos.
— ¿Cómo? No entiendo
— En esta enfermedad, el sistema inmunológico del cuerpo ataca por error el tejido sano. Y esto es, porque tu sistema no distingue entre el enemigo y tu organismo. Cree que tú eres el agente patógeno. Por lo que trata de destruirte. En pocas palabras tu cuerpo está rechazando tu alma.
— Gracias Dr. Por lo menos sé lo que tengo. Es el primero que me diagnostica algo.
El Dr. Rinaldi se sentó al lado de Siena y le dijo:
— Siena te hicimos una tercera exploración y descubrimos algo impresionante. Hubo un alma que entró en tu cuerpo, se desactivó al mes pero no se ha ido. Su Cordón de plata sigue en ti. Lo que creemos es que desea vivir contigo junto a tu cuerpo. ¿Sabías eso?

Siena bajo la mirada e hizo silencio por unos segundos. Luego miró al Dr. y le dijo:
— Dr. ¿Esa alma es la causante de mi enfermedad?
— Siena. No has respondido a mi pregunta. Deseo que seas sincera conmigo. De lo contrario va a ser difícil ayudarte.
— Si — respondió Siena
— Muy bien. Pero…
— Por favor Dr. Es muy importante para mí que no le diga a mis Tíos lo del alma que descubrió.
— ¿Por qué?
— Es muy complicado. Solo dígale a mi familia el diagnóstico.
— ¿Pero me vas a decir?
— Hoy no Doctor. Estoy muy cansada y quiero irme a casa. Por favor.
— Te propongo algo. Ven mañana a las nueve y vienes sola. Así puedes hablar conmigo sin problema. ¿Qué te parece?
— Si. Dr. Me parece bien.
— Antes de terminar contigo, me gustaría preguntarte algo de tus síntomas.
— Dígame Dr.
— ¿Cuáles fueron los primeros síntomas y cuando comenzaron?
— Los primeros síntomas fueron dolor de vientre, dolor de los senos, fiebre, insomnio y dolor de cabeza. Recuerdo muy claro el día que comenzó todo. Fue el 24 de diciembre en la Cena de navidad. Fue un día muy hermoso, estaba con mi tía Amaranta, mis primos y llegó Donato que tenía más de seis meses que no lo veía y vino con su novia. Apenas llegaron y no las presentó me dio un fuerte dolor en el vientre. No dije nada en ese momento, pero pedí disculpa para ir al baño. Después de allí los otros síntomas aparecieron. Esa misma noche me dio fiebre y un dolor en los senos terrible, que creí que moriría. ¿Debes anotar todo?
— Si. Siena. Estoy anotando estos datos que son importantes en estas páginas y luego la registro en tu historia. Todo lo que me digas es necesario para tu futura sanación.

El Dr. Rinaldi se levantó de la camilla y siena le dijo:
— Le voy a contar mañana con lujos de detalle sobre el alma que entró, pero así como usted necesita que diga la verdad, yo necesito que no cuente nada a mis familiares. ¿Lo promete?
— Lo prometo. No te preocupes. Le voy a decir el diagnóstico nada más. ¿Me acompañas?

El Dr. Rinaldi llegó con Siena y se sentó al lado de Paulo y siena en una de las sillas del frente y dijo:
— Siena sufre de Lupus Eritematoso Sistémico. Una enfermedad donde el sistema inmunológico destruye los tejidos de su propio cuerpo, porque cree que es enemigo. En realidad el sistema no diferencia entre una bacteria y el propio organismo. No se sabe porque este mal se desarrolla. Sin embargo estoy estudiando algunas posibles causas. Quiero estudiar primero si los ataques de entidades sobrenaturales en su casa tiene que ver con la enfermedad que desarrolló Siena. Por eso necesito que cada uno de ustedes venga a solas a nuestro consultorio y me cuenten su versión de los hechos.
— ¡Oh Mamma mia! Gracias a nuestro señor que hay un diagnóstico.
— ¿Siena se sanará Doctor? — dijo Donato.
— El tratamiento que le estoy indicando es para mantener el lupus bajo control y minimizar los síntomas. En la medicina convencional esta enfermedad no tiene cura. Aquí si conseguimos la causa podemos curarla.
— ¡Oh Mamma mia! Que bien. Dios me lo bendiga Doctor. Por lo que está haciendo.
— No se preocupen. Lo hago con todo gusto. Miren, debido a que Siena tiene varios órganos afectado le estoy mandando algunas medicinas. En este papel están escrito los nombres de los fármacos y las indicaciones.
— Gracias Doctor. ¿Cuánto le debemos?
— ¿Todavía no hablemos de dinero les parece?
— Ok — dijo Donato.
— Mañana necesito que Siena venga sola.
— Si Dr. Aquí estaré.
— Bueno. Es todo por hoy. Paulo acompáñalos hasta la salida de la clínica.
— Si. Jefe.
— Dios me lo bendiga Doctor — dijo Amaranta.
— Hasta luego. Nos vemos mañana — respondió el galeno.
— Gracias por todo. Estamos pendiente.

El Dr. Rinaldi percibió que se fueron felices del consultorio, sin embargo, él sabía que la lucha con la enfermedad apenas comenzaba. Había muchas preguntas sin respuestas. Era en realidad un caso nuevo para él. No tenía idea de la causa de la enfermedad de Siena. Por eso el dicho griego cabe muy bien en esta ocasión:
¡He perdido los huevos y la Cestas!


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