Revista Opinión

El fachódromo (3): “Cien años de dogmatismo feminista” (Alberto Gómez)

Publicado el 27 marzo 2011 por Javiersoriaj

El fachódromo (3): “Cien años de dogmatismo feminista” (Alberto Gómez)

Acude hoy por méritos propios al fachódromo Alberto Gómez, periodista de Libertad Digital. Además de estar aquí, tiene también el honor de haber ganado el “top facha” de La Tuerka esta semana… Una joya que no os deberíais perder. El artículo se titula “Cien años de dogmatismo feminista” y se publicó en Libertad Digital.com el 9 de marzo de 2011:

“Si las habilidades y gustos no cambian, ¿por qué entonces la mujer se incorpora al mundo del trabajo cada vez más? La respuesta está en la misma pregunta: ¿acaso antes no trabajaba?”

Ahora que se cumplen los cien años del día de la mujer trabajadora estaría bien hacer un balance. El feminismo, como todos los movimientos religiosos o ideológicos, es un movimiento creado, mantenido y dirigido por hombres que tiene entusiastas seguidoras. No podía ser de otra manera. Sobre su creación, el ultrafeminismo moderno parte del determinismo cultural de Franz Boas. De éste y de Marx se deriva el concepto de “liberación de la mujer”: si las ideas y las conductas son un producto de la superestructura económica (según el marxismo) o de la cultura (según el determinismo cultural) entonces, si en cualquier sitio hay más hombres que mujeres es porque hay opresión y discriminación de la mujer por parte de ese sistema económico o esa cultura.

Pero la premisa mayor es falsa. Líbreme el gran arquitecto de decidir yo a que se debe dedicar cada uno, pero mujeres y hombres tenemos distintas capacidades y nos gusta hacer cosas distintas. Y eso no es por el sistema económico ni por la educación ni por la Iglesia ni por la televisión ni por los padres, sino porque está en nuestra naturaleza o, si se quiere, en nuestra biología y en nuestros genes. Y esto entra en la cabeza en cuanto se entiende la teoría de la selección natural y las presiones evolutivas a las que fueron sometidos nuestros antepasados durante millones de años. En particular, las mujeres se dedicaban fundamentalmente al cuidado de sus hijos y de su clan, simultaneado con otras decenas de tareas para las que se necesitan mucha minuciosidad, perseverancia e inteligencia.

Si las habilidades y gustos no cambian, ¿por qué entonces la mujer se incorpora al mundo del trabajo cada vez más? La respuesta está en la misma pregunta: ¿acaso antes no trabajaba? En el cómputo de ocupación femenina no entran las que friegan escaleras, las que trabajan en el campo o las que cuidan enfermos, porque esas mujeres tienen a su familia como primera prioridad. En la neolengua que hablamos, “mujer trabajadora” significa “mujer alejada de la familia”. Lejos de realizarse por el trabajo, las mujeres que desisten de dedicarse a la familia como primera prioridad en su inmensa mayoría lo hacen debido a la enorme presión ideológica y económica de la sociedad progresista en la que vivimos.

El camino de la igualdad por decreto ha llevado a las mujeres a lugares absurdos, algunos tan extremos como la guerra, donde son violadas por sus propios compañeros (en caso de peligro de muerte, el hombre, por lógica evolutiva, tiende a la violación como estrategia reproductiva inconsciente) . O se ven obligadas a estar todo el día, si no largas temporadas, lejos de su familia, lo cual lleva a su hombre a desapegarse de ella. (El hombre para invertir emocional y económicamente en su familia necesita tener la certeza de que sus hijos son suyos). No es extraña la alta tasa de divorcios y maltrato. La trivialización de la institución del matrimonio, realizada asimismo por la izquierda, ha contribuido a esta situación, en la que las mujeres están cada vez mas abandonadas a su suerte. O, si se usa la neolengua progresista, ahora son “dueñas de su destino”… y tuteladas por el Estado y por ellos, faltaría más. La inexistente tasa de natalidad y la inviabilidad del sistema de pensiones son también consecuencia de todo esto.

Como en todas las revoluciones, llega un momento en que el sentido común tiende a restablecerse por sí mismo. En muchas universidades técnicas de Centroeuropa o Estados Unidos es muy difícil ver a una mujer. En los países que ya han pasado la cresta de la ola feminista, son las mujeres las que eligen sus deificaciones y sus tiempos, como la enseñanza, la psicología, la administración, la medicina o cualquier trabajo en el que se sienten a gusto y pueden dedicar tiempo a su familia, sin importar que Hollywood produzca película tras película en la que mujeres irreales se atreven con monstruos alienígenas mientras salvan a marines desmayados o son ejecutivas ninfómanas que luchan contra bandas internacionales

Al contrario, en los países más retrasados en la revolución feminista, la propaganda es la que decide. Si hay que liberarse de algo es del feminismo. Y que cada uno se dedique a lo que le guste.

(Alberto Gómez Corona es físico y creador de varios blogs sobre evolucionismo, como La nueva Ilustración evolucionistaPsicología evolucionista y Darwinismo Conservador… y, por supuesto, muuuuuy facha)


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