Revista Medio Ambiente
Cualquier persona que ya sea por investigación o por pura afición, desarrolle un trabajo de campo, debe tener siempre en cuenta uno de los más importantes imponderables antes de llevarlo a cabo: el Factor Hijoputa (FHP). Por supuesto, si en el desarrollo de cualquiera de esas tareas se ve en la obligación de usar aparatos de medición o fotográficos, debe extremar aún más las precauciones, ya que aparte del valor económico de dichos aparatos, el FHP se multiplica exponencialmente.
Hoy por la mañana fui a recoger mi cámara de fototrampeo, que había colocado en un monte cerca de Proaza el miércoles pasado. Aunque intenté minimizar el FHP escondiéndola entre unos brezos, el día que la coloqué lloviznaba y las prisas contribuyeron a que me confiara en exceso y no tuviera en cuenta que era una zona donde los domingos se suelen realizar cacerías y que el lugar donde había colocado la cámara, tal como pude comprobar hoy, era una zona de paso. El resultado fue que cuando llegué al sitio donde la había puesto, la cámara ya no estaba, me la habían robado.
El mio no es un caso aislado, ya conozco varios casos y alguno concreto, en el que se las han robado varias veces. Es evidente que el Hijoputa no suele perseguir un beneficio económico, y en la mayoría de los casos ni siquiera pretende hacer uso de lo que estropea o roba, lo único que persigue es causar daño, ya sea por frustración o por un erróneo sentido de la propiedad, según el cual piensa que el monte es suyo y que el resto de las personas no tienen derecho ni siquiera a moverse por él.
Mientras volvía en el coche con las manos vacías, me fui acordando de las muchas ocasiones en las que el FHP afectó e incluso tiró por tierra muchos meses de trabajo. Y no fueron una o dos veces, sino varias, algunas de las cuales os describo a continuación, más que nada para que si os veis en la misma tesitura, intentéis evitar el riesgo de que el FHP os joda como me ha jodido a mi.
- Termómetros de registro continuo: con el fin de controlar las temperaturas durante un intervalo de tiempo prolongado se usan estos aparatos, que tienen una memoria interna que graba las temperaturas registradas a intervalos variables, según los programemos. A lo largo de varios años de trabajo hemos colocado este tipo de termómetros en muchas charcas y ríos en nuestros estudios con anfibios y peces. No hace falta decir que siempre intentamos reducir el FHP colocándolos en lugares no visibles. Al principio los escondíamos directamente debajo de una piedra, pero después de los primeros robos preparamos unos tubos de metal en los que los introducíamos, y luego esos tubos los fijábamos con tornillos a rocas de varios kilos de peso. Esto nos obligaba a subir al monte cargados con taladros, baterías y brocas, aparte del material normal de trabajo.
A pesar de todas estas precauciones, nos robaron unos cuantos. Una característica del Hijoputa es que es pertinaz y puede emplear horas en realizar su trabajo. Debido a esto, en un par de ríos sofisticamos la técnica y llegamos a fijar una de esas rocas, de más de 20 kilos de peso, con un cable de acero, que a su vez fijábamos por un extremo a la roca y por otro a la pared del río. Aún así, en un caso, en el río Duje, en el Parque Nacional de Picos de Europa, ante la imposibilidad de llevarse el termómetro, el Hijoputa levantó la roca (supongo que con una palanca o llamando a otros colegas hijoputas) y le dieron la vuelta, de forma que el termómetro en vez de medir la temperatura del agua midiera la del aire, lo que no nos servía para nada y nos arruinaba la serie de datos.
Por supuesto, la información contenida en estos termómetros solo puede ser descargada con un equipo adecuado, del que el Hijoputa carece con toda seguridad. No hace falta decir que el robo de estos termómetros implicó la perdida de una información muy valiosa y que nunca se pudo recuperar.
- Estacas de marcaje: Con el fin de estudiar los movimientos de las truchas durante mi tesis doctoral, en un arroyo de montaña colocamos varias estacas numeradas (con un valor aproximado de 0,50€ cada una) delimitando los distintos tramos. En uno de los muestreos encontramos todas las estacas rotas y procedimos a cambiarlas. El el siguiente muestreo, las estacas estaban intactas pero las habían desordenado, de forma que el tramo 3 era el 6, el 7 el 2 y así sucesivamente. Otra característica del Hijoputa es su capacidad de sofisticación, si en la primera ocasión no jode lo suficiente, en la segunda lo hará mejor.
- Uso de hides: hace unos años colocamos un hide (escondite) en la orilla de un río para fotografiar un posadero de cormoranes grandes. Después de varias sesiones comprobamos que a pesar de que estaba bastante oculto, un guarda, siguiendo las órdenes directas del Principado de Asturias, cuando nos marchábamos se metía él para disparar a las aves. Incluso una vez llegó a entrar, fusil en mano, mientras estábamos dentro. Por supuesto no tuvimos otro remedio que desmontar el hide y pasar a la ofensiva, esperando a que el individuo se dispusiera a hacer uso de su arma (esta vez desde la carretera, cerca de su coche), para ponernos a cantar y a dar palmas y así espantar a los cormoranes.
Una variante del uso de hides personales es el uso de observatorios, que normalmente son construidos por ayuntamientos o consejerías en zonas de interés para las aves. En este caso el FHP se multiplica y hace que estas construcciones pasen por tres fases consecutivas: (a) picadero, (b) letrina y (c) crematorio. Hay que resaltar que las fases (a) y (b) se pueden simultanear. Una fase avanzada del FHP, que podríamos atribuir al Hijoputa avanzado, tiene lugar cuando el hijoputa, dando rienda suelta a sus frustraciones y con la intención de joder a los usuarios del observatorio, ahorca animales y los expone públicamente. En estos casos, una de las soluciones que se han aplicado para reducir el FHP es inaugurar los observatorios y luego cerrarlos con llave, de esta forma ni los defecadores, ni los fornicadores, ni los pirómanos, ni incluso los propios observadores de aves pueden usarlos. Esto ocurre por ejemplo en el observatorio del embalse de San Andrés, en Xixón.
-Cajas nido: cualquiera que haya colocado cajas nido sabe que uno de las cosas que debe de tener en cuenta es que hay que colocarlas a suficiente altura del suelo para que el Hijoputa no llegue a ellas. De esta forma se consigue reducir el FHP aunque no se evita completamente.
Hace unos años estuve colaborando con Vicente Polo y Pablo Veiga en un trabajo sobre la selección sexual en los estoninos. Para ello colocamos varias decenas de cajas nido en 2 localidades de Asturies, en una de ellas, la que no estaba en un área protegida, colocamos 15 cajas. A las dos semanas 5 ya habían sido robadas. En una de las ocasiones una persona observó como un individuo tras comprobar que no llegaba trepando se fue a su casa a por una escalera de varios tramos y así intentó alcanzarla. Cuando fue avisado de que esas cajas eran para un estudio dijo que él podía coger lo que le diera la gana. A la semana, la caja seguía allí, pero la habían roto a pedradas. Un caso palmario de Hijoputa insistente, con el agravante de chulería.
Tenía más casos, pero creo que ya me he alargado demasiado. Con esta entrada, escrita con una gran dosis de mala leche, quiero por una parte avisaros para que nunca menosprecieis la capacidad de hacer daño de un Hijoputa y por otra quisiera reivindicar el uso de esta hermosa palabra, injustamente apartada de nuestro vocabulario formal por la insana costumbre de lo políticamente correcto, a pesar de que describe perfectamente a una gran parte de las personas que nos rodean, que se sienten felices y dedican una gran parte de su tiempo y su energía a intentar joder a su vecino, ya sea por frustración, por envidia o porque sencillamente son así.
NOTA: el diccionario de la RAE incluye la expresión Hijo de Puta, exactamente con la acepción que he empleado en este artículo, de hecho es la única que pone, por lo que sobran las posibles interpretaciones relativas a la señora que lo parió. Como a mi me gusta más la palabra compuesta Hijoputa (aunque no venga reflejada en el diccionario) es la que me he permitido el lujo de usar.
Hijo de puta.1. m. y f. vulg. Mala persona. U. c. insulto.