Lamentablemente en pleno mes del orgullo del género humano, se han cometido atroces actos de odio que surgieron de creencias ilógicas e irracionales de odio. Pero no todas las personas religiosas son así, hay niveles y diferencias entre ellos mismos.
La creencia o no en una deidad es una cuestión personal y subjetiva que depende de la perspectiva y experiencia de cada individuo. La diversidad de creencias y opiniones es una parte natural de la humanidad y es importante respetar las diferentes perspectivas y vivencias de cada persona.
Hay que ser realistas en esto, no todos los religiosos odian a quienes no comparten sus creencias, pero puede haber varias razones por las cuales algunas personas, los fanáticos religiosos, pueden tener actitudes negativas hacia los no creyentes.
Algunas posibles razones pueden incluir:
Diferencias ideológicas: Los fanáticos religiosos pueden tener creencias muy arraigadas que se basan en su fe y que forman parte de su identidad; y las personas que no comparten estas creencias pueden “desafiar” sus valores fundamentales y hacer que se sientan incómodos.
Falta de comprensión: Los fanáticos religiosos pueden tener poca o ninguna comprensión de las ideas o prácticas de los no creyentes, lo que puede llevar a malentendidos y prejuicios.
Dogmatismo: Algunos fanáticos religiosos pueden ser muy dogmáticos en sus creencias y considerar que las demás personas “deben creer lo mismo que ellos”; y esto puede desencadenar en intolerancia y hostilidad hacia los no creyentes.
Miedo: Algunos fanáticos religiosos pueden sentir miedo de lo desconocido, especialmente de las personas que no comparten sus creencias. Este miedo puede manifestarse en actitudes negativas hacia los no creyentes.
Es importante destacar que la intolerancia y el odio no son valores promovidos por la mayoría de las religiones, y que muchas personas religiosas valoran la diversidad y el respeto hacia las creencias de los demás.
Actualmente el fanatismo religioso no es del todo considerado como una enfermedad mental, pero puede ser un comportamiento extremo y peligroso que puede tener graves consecuencias para la salud mental y física de las personas y de la sociedad en general, pues se caracteriza por una devoción extrema a una religión o creencia, a menudo acompañada de una intolerancia hacia las creencias y prácticas de los demás.
El fanatismo religioso puede llevar a actos violentos y extremistas, como el terrorismo, el asesinato, el secuestro y la tortura, en nombre de la religión o su “dios”. Estos actos pueden ser realizados por individuos o grupos que se sienten justificados en sus acciones por sus creencias religiosas extremas.
A pesar de lo que sale en las noticias, no todos los religiosos son malas personas, muchos no se dedican a promover ideologías conservadoras de odio, ni se la pasan realizando falsos juicios morales sobre la vida de los demás. Muchos sí cumplen con su mandamiento del amor, actuando con bondad y solidaridad con las demás personas, aunque no sean de su mismo culto.
Una auténtica persona espiritual no busca que todos crean lo mismo que él, lo que busca es como servir y ayudar a los demás, para hacer que el mundo sea un mejor lugar para todos. Eso sí es ser una persona espiritual, o incluso mística, según algunos bellos casos.
Seguiremos hablando de esto más delante, por el momento, ahí se las dejo de tarea.