Un inapelable magnetismo
El fantasma de la Mansión Guir (1897) podría servir como ejemplo perfecto, síntesis y resumen de las historias de fantasmas. La historia comienza cuando el neoyorquino Paul Henley recibe una misteriosa carta de una mujer desconocida, que le invita a visitarla en una remota región de Virginia. Tan pronto Henley conozca a su peculiar anfitriona, Dorothy Guir, se enamorará profundamente de ella. Aunque su belleza no sea excepcional, hay algo en ella -en su mirada, en su elegancia, en su estilo...- que ejerce un inapelable magnetismo sobre él. Cualquiera en su sano juicio pondría pies en polvorosa, pero el protagonista de la novela se verá impelido a comprender e intentar solucionar el misterio de la Mansión Guir.Charles Willing Beale no destaca en ésta, su primera novela, por la originalidad del planteamiento. De hecho, por su forma de seguir los lugares comunes del romance gótico, consideramos que forma parte de una extensa tradición. Son muchos los elementos argumentales que nos invitan a interpretarlo así: los torrentes pasionales que anegan a los personajes, conduciéndolos a vivir mórbidas historias de amor; el atractivo enfermizo que despiertan los viejos edificios en ruinas, ubicados en bosques remotos; el pasado, personificado en inquietantes fantasmas, que desestabiliza nuestro presente... Tampoco destaca ninguna novedad en el terreno narrativo, ya que el autor se sirve del acostumbrado narrador omnisciente, tan habitual en la novela decimonónica.
un discurso ocultista arriesgado y comprometidoSin embargo, Willing Beale sabe otorgar un tratamiento sorprendente a esa historia gótica tradicional, engrosando con su novela esa corriente que el estudioso Rafael Llopis califica como "realismo espiritista". Para ello, nuestro autor introduce largos parlamentos en los que el enigmático anciano Ah Ben, la única compañía de la que goza la melancólica Dorothy, un hombre hermético que viste con ropajes orientales, razona y defiende la existencia de lo sobrenatural, la relatividad de las nociones de espacio y tiempo, tal como las conocemos, y, sobre todo, exalta la capacidad de la mente como fuente generadora de realidades. El curioso personaje no duda en citar a esoteristas y filósofos heterodoxos, tejiendo un discurso ocultista arriesgado y comprometido. Botón de muestra:
Si el hombre fuera consciente de su propia grandeza, sabría que en su interior existen el sol y la luna y el cielo estrellado y todos los objetos celestes, porque su verdadero yo es Dios; y Dios no conoce límites.
Respecto a la edición española de esta novela, tenemos que destacar la labor de Óscar Mariscal, estudioso de la tradición gótica y la novela popular, que se ha encargado del prólogo y la traducción. Gracias a ese prólogo, Mariscal nos acerca al mundo de las paraciencias en el siglo XIX, otorgando un contexto adecuado y preciso que nos ayuda a valorar en su justa medida la obra. Y la traducción, detallada y minuciosa, donde no faltan notas aclaratorias a pie de página, ofrece un interesante equilibrio entre la actualización del texto, haciéndolo accesible para los lectores de hoy, y el respeto a su origen histórico. No faltan pequeños elementos arcaizantes en el lenguaje, que ayudan a que El fantasma de la Mansión Guir mantenga su esencia antigua y arcana.Quizás fuera éste el momento más indicado para sacar la novela a la luz. Qué mejor momento para divulgar de nuevo una de las historias paradigmáticas de fantasmas, precisamente ahora, con el nuevo auge de las paraciencias, con la popularización definitiva de toda suerte de creencias orientalistas... Por eso, porque ahora disfrutamos de la perspectiva que da el paso del tiempo, Óscar Mariscal se decide a echar leña al fuego, añadiendo, a modo de epílogo, un curioso texto de H. P. Lovecraft, en el que éste contradice, punto por punto, todas esas creencias que Charles Willing Beale defiende con entusiasmo, a lo largo de las páginas de su novela.23 Escalones, 2012Compra en Casa del LibroDavid G. Panadero