Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
El fantasma de kerensky azota a todas las revoluciones, su experiencia, su historia, es de obligatorio estudio por los Revolucionarios. Veamos.Aleksandr Fiódorovich Kérenski es icono de un fenómeno que por repetido deja de sorprender: La pequeña burguesía, su ideología, su pusilanimidad infiltrada en las revoluciones, termina entregándola a la burguesía, al capitalismo. Podemos afirmar que esta clase intermedia tiene como papel histórico servir de válvula de seguridad a la burguesía, al capitalismo, es el último eslabón de la línea de seguridad del sistema de dominación. En cada una de las derrotas revolucionarias aparece con papel protagónico la mano de la pequeña burguesía, su ideología.
En la Revolución Soviética, la pequeña burguesía intentó truncar el auge revolucionario que derribó a la monarquía zarista y entregar el gobierno a la burguesía, esa fue su principal preocupación. Kerenski lo intentó guiado por la ideología de la pequeña burguesía. Fracasaron, se estrellaron en el formidable muro que es el genio de Lenin.
La pequeña burguesía es muy fértil a la hora de crear falsas teorías para proteger el poder capitalista, allí está el eurocomunismo, para ilustrar maneras sutiles de decapitar la posibilidad de cambio profundo.
Se puede adelantar que las Revoluciones llevan en su seno clases intermedias con aspiraciones de ascenso que tuercen su rumbo hacia la restauración. La Independencia fue yugulada por estas clases intermedias ascendidas a neooligarquías, terratenientes, comerciantes, nuevos ricos. Bolívar vio su sueño devenir en sarcasmo y su figura atrapada en el bronce de estatuas inocuas, con su Patria Grande descuartizada, los soldados de la Independencia sin tierra, los esclavos martirizados.
Estas clases intermedias son peligrosísimos enemigos de las Revoluciones, actúan desde hace siglos. Aquí entre nosotros han construido muchos éxitos: truncaron la posibilidad revolucionaria que se produjo el 23 de Enero del ‘58 con la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, en aquella oportunidad la Junta Patriótica entregó el gobierno a las fracciones burguesas, esa verdad es reconocida por Fabricio Ojeda, Presidente de esa Junta.
Es sano recordar esta historia del fantasma de Kerensky, de la actuación de las clases intermedias, porque hoy estamos en una situación que se les presenta a todas las Revoluciones, de su correcta solución depende el éxito. Hoy, la Revolución de Chávez se enfrenta al ingenioso ataque de la ideología de la pequeña burguesía, la de afuera unida ya a la de adentro, en un pacto que llaman diálogo. La historia de entrega de Revoluciones que arrastramos desde la época del Libertador tiende a repetirse.
La posibilidad Socialista con la que Chávez asombró al mundo y estremeció a los humildes de este continente corre peligro de ser atrapada, entregada, traicionada por la pequeña burguesía interna. Proliferan como chiripas las falsas justificaciones para no avanzar, la mente perversa de las clases intermedias, de los teóricos de la contrarrevolución, es fértil cuando se trata de retroceder.
Hoy nos enfrentamos al más alto peligro que puede confrontar una Revolución: No es la invasión gringa, no es el portaaviones Eisenhower, es la desviación ideológica, la falta de fe, de pasión socialista. Es allí donde se debe entablar la batalla principal de estos tiempos: El Socialismo es posible ahora, el deber de los revolucionarios es hacer la Revolución.
¡Viva Chávez y su legado original: El Socialismo!