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El fantasma triste 3. El encuentro

Publicado el 12 junio 2021 por Luz1983
El fantasma triste 2 (Anterior clic) 
El fantasma triste 3. El encuentroBuscamos hasta hallar un posible contacto, se trataba de una señora mayor de porte aristocrático,  una baronesa sueca casada hacía un año con un periodista "vividor", 30 años menor. 

Nos consiguieron una cita. Llegamos, el primero en atendernos fue el periodista que nos miró con cierto rechazo y llegó lo temido, nos dijo sin rodeos que perdíamos el tiempo.

Ella estaba sentada en un sillón antiguo con cretonas gastado; delicada y casi etérea, la miré a los ojos y con ese azul infinito pronunció, "me gustan". 

Él con el rostro duro intentó dominarla y ella  con un gesto con la mano nos pidió que nos acercáramos. 

No podía abandonar la mirada. Con una voz culta, modulada y acento extranjero, preguntó, ¿La aman? 

Desde el primer instante y cada día, respondió Let. 

Lo sé, contestó, los he visto a escondidas. Cuánto quieren pagar. 

No lo sabemos porque solo tenemos lo poco que hemos podido ahorrar del  trabajo. 

El periodista estaba neurótico. 

Y ella continuó: Es la primera casa donde viví aquí con quien hui, humilde y hermoso, con el que pude conocer el amor y la honestidad. No pudimos tener hijos pero cada uno le iba dando la vida al otro. 

Cuando murió, todo mi mundo se hundió, si no estaba él, la casa no tenía sentido y la cerré, la dejé ahí como se guardan las memorias en un cofre. 

Pausa... 

Voy a avisar a mi administrador para arreglar la venta. Cuánto pueden pagar cada mes. 

Los pocos ahorros y el sueldo,  menos lo que comamos. 

Trato hecho, eso será durante dos años pero vamos a hacer la escritura por si me llegara a pasar algo, dijo segura con una sonrisa tan hermosa como su mirada. 

Desde ese día, volvimos a darle vida a nuestra casa de ensueño. Y por las noches, mientras se deslizaba entre los árboles una canción de amor antigua,  hacíamos el amor, nos dábamos a la vida y a los sueños que se  conviertieron en hogar. 

Sin temor a los ruidos, a Bach y a los suaves llantos en la noche, unos más triste que otros. 

Continúa... 


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