NOTA PRELIMINAR: Este es el segundo de tres ingresos sobre el fascismo. Si no ha tenido la oportunidad de leer el primero, se sugiere revisarlo. El orden empleado para la elaboración de estos ingresos tiene sentido. Se recomienda, en consecuencia, revisar "El fascismo - Pt. 1: Presentación y contexto"
Sobre el método fascista y el método comunista:
En el pasado ingreso, se realizó una breve presentación del contexto histórico en el que surgió el fascismo. Se trata del final de la Primera Guerra Mundial. En ese momento, la democracia liberal estaba en crisis. Cabe recordar que la idea del Estado liberal era que éste (el Estado) estaba creado sobre la idea de la garantía de unos derechos; el Estado como un medio para lograr las finalidades de los individuos. Esa idea, que vino de la mano con la imposición del modelo capitalista, había llevado a que antes de la guerra estuvieran en auge las ideas socialistas y las ideas comunistas en Europa.
Una de las primeras consecuencia del fin de la Primera Guerra Mundial, fue la revolución rusa. Los rusos estaban supremamente descontentos con el manejo de la guerra y del país que había realizado el Zar. Esta revolución, que triunfó, posteriormente conduciría a la creación de la Unión Soviética. El marxismo -doctrina económica y política que le daba fundamento- partía de un método dialéctico de pensamiento que se basaba en el análisis de la Historia, pero que a diferencia del pensamiento hegeliano (Marx era discípulo de Hegel), no era idealista, sino materialista. Más allá de las implicaciones dogmáticas de estos términos, "materialismo", "idealismo", "dialéctica", por ahora basta tener en cuenta que el marxismo se denominaba a sí mismo una teoría de "socialismo científico", a diferencia del "socialismo utópico" (nombre dado por Engels a las doctrinas socialistas no-marxistas) en la medida en que implicaba un estudio sociológico del comportamiento de los pueblos en la Historia, y un análisis del capitalismo a partir de sus premisas y su practica, deduciendo de allí que el colapso del capitalismo era inminente y que necesariamente debía venir la revolución del proletariado y el gobierno del mismo.
En otras palabras, la crítica económica de liberalismo que realizaba el marxismo, era científica. El análisis histórico del marxismo era utilizando el modelo positivista de los sociólogos (modelo científico inductivo), y la opción política por el comunismo obedecía precisamente a la materialización de esos análisis. Sin embargo, el modelo marxista-leninista era internacionalista. En ese ideario, las naciones eran irrelevantes, las clases sociales eran lo relevante. El ideal comunista, entonces, era internacionalista y no nacionalista. Conviene recordar que para la época de la creación de la Unión Soviética, se habían dado tres reuniones de organización del socialismo en el mundo: La Primera Intercional (1864), la Segunda Internacional (1889) y la Tercera Internacional (1919), también denominada esta última como la Internacional Comunista.
El método del fascismo se caracterizará exacamente por lo contrario en estos dos puntos resaltados:
1) El fascismo no era resultado de un método científico, ni pretendía serlo. Se caracterizaba por ser irracional, al fundar su plan y legitimación a partir de un sentimiento y un mito orientador.
2) El fascismo es un proyecto nacionalista y no internacionalista. No es un proyecto para cualquier país. No es un proyecto para todos, pues desconoce el principio de igualdad.
En lo que sí coincidían ambas ideologías, era en la necesidad de acabar con el modelo democrático partidista. La democracia liberal, era enemiga de las dos ideologías.
Mussolini y su historia antes del fascismo.
Mussolini se formó como un socialista. Él mismo diría en años posteriores que eso era realmente lo único que había podido conocer en su vida en su juventud. Por lo tanto, su carrera política inició como periodista y opinador en los periódicos socialistas. Trabajó en esa misma línea editorial, hasta que llegó un momento en que, por diferencias con el pensamiento político de sus superiores al momento de decidir Italia si intervenía en la Primera Guerra Mundial, fue apartado de ese diario.
Inicialmente, Mussolini no era partidario de que Italia entrara en la guerra, pero posteriormente cambió de opinión, e incluso intervino como soldado en la misma. Italia tenía la pretensión de anexar unos territorios. Tras finalizar la guerra, Italia, que había intervenido en la misma como parte del bando ganador, esperaba que se cumpliera con esa promesa, pero finalmente los territorios que ambicionaba llegaron a constituir la nueva Yugoslavia, e Italia no recibió lo esperado. Por lo tanto, el sentimiento de descontento en Italia era elevado. Los soldados que regresaron de la guerra, por lo tanto, no fueron recibidos como héroes, y la situación económica de Europa era deplorable.
El plan de Mussolini era un plan nacionalista, y eso se oponía al modelo comunista. De hecho, más que un plan nacionalista, el modelo del fascismo era un modelo estatista. El mal recibimiento de los veteranos de guerra, y el descontento general por la situación económica de Italia (y Europa en general) permitía que un discurso de cambio pudiese obtener adeptos. Sin embargo, Mussolini no fue el primero en intentar capitalizar políticamente ese descontento. Antes de él, Gabriele D´Annunzio, poeta, dramaturgo y político italiano decidió tomar por la fuerza aquello que él creía que la comunidad internacional le debía, e invadió Fiume (hoy en día es la ciudad croata de Rijeka) y la proclamó un Estado libre con fines de anexionarlo a Italia. Posteriormente, D´Annunzio fue derrotado, sacado de Fiume. Vivió sus últimos años en Italia.
Imagen tomada de Wikipedia. Enlace aquí.Mucho de lo que hizo D´Annunzio influyó en Mussolini, al punto que el término Duce, que acuñó Mussolini a lo largo de su carrera, fue copiado de D´Annunzio en la época del Estado de Fiume. Asimismo, el característico uso de la fuerza como forma de hacer política tuvo su antecedente directo en este personaje.
El fascismo en la práctica.
El fascismo primero se "hizo" y luego se "pensó". Como se ha explicado atrás, no se funda en un modelo racionalista de hacer política, y por lo tanto, no podría ser analizado bajo esa óptica. Lo único que el fascismo de Mussolini mantuvo inalterado a lo largo de su carrera política era su método y sus "enemigos ideológicos".
Respecto del método, se ha dicho atrás que era basado en un mito orientador y por lo tanto no era racional. También se ha reiterado que era un proyecto estatista y no internacionalista. Por último, el uso de la fuerza como herramienta política, fue su característica principal. En cuanto a sus "enemigos ideológicos", lo eran el comunismo y la democracia liberal.
Tras la creación de los Fasci Italianni di Combattimento en 1819 y la creación del Partido Nacional Fascista en 1821, el Fascismo fue en asceso, pero no era la fuerza política mayoritaria. Sin embargo, entre el 27 y el 29 de octubre de 1822, aún siendo una fuerza minoritaria en el parlamento italiano, Mussolini organizó la Marcha sobre Roma, en cabeza de 30.000 "camisas negras" quienes decidieron tomarse Roma y el poder, y encumbrar a Mussolini como líder de Italia. En ese entonces, el Rey Victor Manuel III se negó a utilizar la fuerza para reprimir la marcha, y por el contrario le pidió a Mussolini que consolidara el gobierno. Fue el fin del régimen parlamentario en Italia, y el surgimiento del fascismo, como régimen político. Se trató de una toma del poder por la fuerza, la neutralización de cualquier posibilidad de comunismo, y la elevación de Mussolini a la categoría de dictador y líder supremo de Italia.
Mussolini tenía una capacidad de generar una mística alrededor de su figura. Tenía buena capacidad de oratoria, utilizaba la simbología con eficacia, y se mostró a sí mismo como aquél que podía hacer cosas. No fue consistente en sus discursos (en cuanto a su contenido), pero sí fue convincente. Sabía agitar las pasiones, y se mostraba a sí mismo como el hombre fuerte. Su imagen, su voz, su rostro, su mensaje, implicaba fuerza. A continuación, una muestra.
Video tomado del canal VOCEDITALIA. Enlace aquí.
A lo largo de este ingreso he venido haciendo referencia al "mito" que vendió Mussolini. Ese mito era el de restaurar la grandeza de Italia, equiparando la Italia moderna a la Roma imperial. El fasces y el águila romana eran algunos de los símbolos a los que acudía el fascismo para mostrarse a sí mismos como los restauradores de la gloria romana a través del régimen fascista. Había logrado tomar el poder en un año, y permaneció en el poder cerca de 23 años. Acabó con los partidos políticos, pues eso era propio de las democracias, y el fascismo la aborrecía. El Estado no estaba para servir a los individuos sinio los individuos estaban para servir al Estado. Sin embargo, no logró restaurar el Imperio Romano.
El problema real del fascismo italiano, es que el discurso grandilocuente de Mussolini no se llevó a la práctica. Como se verá en la siguiente entrada, el fascismo era afín a la guerra, la justificaba, la necesitaba. Curiosamente, sin embargo, Italia fue el eslabón débil del Eje en la Segunda Guerra Mundial. No logró ningún tipo de victoria duradera, y en más de una ocasión Hitler se vio obligado a apoyar a Italia en sus frentes de lucha por la evidente incapacidad de las fuerzas italianas de lograr victorias. Esto último obligó a la Alemania Nazi a mantener más frentes de batalla de los que realmente podía controlar, lo que en últimas influyó decisivamente en la derrota del Eje por parte de los Aliados.
La Historia ha mostrado, sin embargo, que el modelo fascista no era único e irrepetible. Las diferencias entre Franco, Hitler, Lenin, Stalin y Mao no eran tan marcadas en cuanto a su forma de hacer política y de gobernar, sino principalmente frente al discurso que los respaldaba; eran de fondo mas no de estilo. En todo caso, se trataba de dirigentes autoritarios y megalómanos. Mussolini inauguró el culto al líder, los discursos con mezcla de paradas militares, y la oratoria agresiva y vehemente que Hitler llevó a un siguiente nivel. El fascismo, en la práctica, buscó eliminar la disidencia, homogeneizar al pueblo y mantener leal y ardiente la llama y el fervor proveniente del pueblo. Empero, Mussolini realmente no era un hombre del pueblo, sino un hombre del poder. La estrategia de ganarse el pueblo, era tan solo una herramienta de mantener el poder y cimentar su legitimidad. El pueblo no le interesaba en lo más mínimo. Lo importante era el Estado, y dentro del Estado, lo importante era él.