Revista Opinión

El feminismo diplomático de Suecia

Publicado el 22 febrero 2018 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

Suecia es considerado uno de los países referentes en todo el mundo en cuanto a cuestión de género. En 2014 el nuevo Ejecutivo socialdemócrata anunció que su política exterior sería “feminista”; era la primera vez que un Estado utilizaba esta palabra para definir su estrategia internacional. Tres años después, la diplomacia sueca sigue priorizando las cuestiones de igualdad de género en sus acciones en el extranjero.

A principios de febrero de 2017 la vice primera ministra sueca, Isabella Lövin, subía a las redes sociales una foto en la que aparecía firmando un nuevo decreto gubernamental acompañada solamente por mujeres. Pronto se convirtió en una instantánea viral y tuvo un alcance mediático mundial. La imagen fue considerada una crítica sutil hacia Donald Trump, quien días antes había protagonizado una nueva polémica. Una de sus primeras medidas como nuevo inquilino de la Casa Blanca había sido un decreto que anulaba las ayudas públicas a organizaciones de planificación familiar y de asesoramiento sobre el aborto; para tal ocasión se había rodeado en el Despacho Oval únicamente de hombres blancos. El país nórdico volvía a estar en el centro de la noticia gracias a sus gestos y medidas encaminados a la igualdad de género.

El feminismo diplomático de Suecia
Victoria Kawesa en un mitin en junio de 2017. Fuente: Victoria Kawesa (Twitter)

Desde que lanzara su candidatura a la presidencia de Estados Unidos, los movimientos feministas han sido la oposición articulada más fuerte contra Trump. Sus comentarios despectivos hacia las mujeres y las acusaciones de acoso sexual han estado presentes en el primer año de su mandato. Sin embargo, el propio dirigente y su equipo de asesores parecen escasamente preocupados por estos asuntos: en su programa electoral no recogía ninguna medida para luchar contra la desigualdad de género, no hay ni una sola mujer en su círculo de asesores de máxima confianza y solamente tres de ellas ocupan puestos de responsabilidad dentro de la Administración gubernamental.

Un año después de la llegada al poder de Trump, las principales ciudades de Estados Unidos volvían a llenarse de manifestantes que reivindicaban la necesidad de seguir luchando por los derechos de las mujeres. Si en 2017 el símbolo de esta corriente había sido el poder rosa, representado por millares de gorros de este color, surgido como rechazo a la actitud denigrante del nuevo presidente, ahora las multitudinarias concentraciones se han dado en el contexto del movimiento #MeToo, promovido por actrices, directoras y trabajadoras del mundo del cine y el teatro para romper el silencio y denunciar los casos de acoso sexual. En este sentido, algunos países nórdicos, como Suecia o Islandia, han sido tomados como ejemplos por sus iniciativas para promover la igualdad real entre mujeres y hombres.

Para ampliar: “¿Quién le teme a una política exterior feminista?”, Ivanosca López-Valerio, Real Instituto Elcano, 2017

El feminismo en el debate político de Suecia

En septiembre de 2014 se celebraron elecciones generales en Suecia. Después de ocho años de Gobierno conservador caracterizados por políticas de austeridad y retroceso del Estado del bienestar, el mapa político sueco se fragmentó mucho más. En las elecciones ganó el Partido Socialdemócrata, liderado por el sindicalista Stefan Löfven. Al no conseguir la mayoría suficiente para gobernar en solitario, ha necesitado del apoyo de los verdes, el Partido de la Izquierda y los liberales para sacar adelante sus políticas. Por su parte, mientras que la formación conservadora tradicional, el Partido Moderado, caía en las elecciones, los ultraderechistas Demócratas de Suecia llegaban a tercera fuerza con el 12,9% de los votos. Su líder, Jimmie Åkesson, ha conseguido en apenas diez años convertir este partido residual en protagonista de la actualidad nacional liderando un discurso claramente antiinmigración. Los sondeos de los últimos meses le colocan como principal fuerza de la oposición y en claro ascenso.

Al tiempo que se está produciendo este giro en el discurso de la derecha sueca, la izquierda se ha atomizado mucho más. Aparte de los socialdemócratas, verdes y antiguos comunistas, en 2014 el partido Iniciativa Feminista se quedó a unos pocos votos de alcanzar representación parlamentaria. Esta formación, surgida en 2005, se presentó a las elecciones europeas de 2009, pero no fue hasta 2014 cuando logró tener representación municipal y un escaño en el Parlamento Europeo. Desde marzo de 2017 es codirigida por la profesora universitaria Victoria Kawesa, especialista en estudios de género. Frente al discurso de Åkesson, Kawesa, que llegó a Suecia con tan solo nueve años como refugiada desde Uganda, se ha erigido en portavoz de las principales reivindicaciones feministas y emblema de integración y tolerancia.

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Margot Wallström presenta la política feminista sueca en Bruselas. Fuente: Gobierno de Suecia

Iniciativa Feminista ha logrado reactivar la cuestión de género en el debate político. Como el resto de Estados escandinavos, Suecia siempre ha sido considerada referente de políticas de igualdad, integración y solidez del Estado del bienestar. No obstante, en los últimos tiempos se ha producido una crisis importante del consenso social sobre temas como el papel del Estado, el cambio climático, la inmigración o la igualdad de género. En particular, la tensión racial ha aumentado considerablemente, lo que ha dado pie a un debate más profundo sobre la política de acogida a refugiados.

El Gobierno socialdemócrata entra al último año de legislatura con la mirada puesta en las elecciones generales de septiembre de 2018. Durante todo este tiempo ha mantenido su composición paritaria en los principales órganos de poder. El ecologismo, el feminismo y la lucha contra el racismo se han convertido en el pivote de sus medidas. Suecia dio un paso más en su compromiso público con el feminismo cuando en 2014 la socialista Margot Wallström asumía la cartera de Asuntos Exteriores. En la toma de posesión de su cargo, Wallström afirmó que la política exterior de Suecia sería “feminista”, todo un hito histórico. Meses más tarde comenzaban a publicarse informes sobre los principios que regían esta estrategia feminista.

Para ampliar: “El sexismo en la cima: mujeres, liderazgo y poder político”, Sandra Ramos en El Orden Mundial, 2016

Una política exterior feminista

Cada año los países del norte de Europa ocupan las primeras posiciones en las clasificaciones internacionales de igualdad de género. Modelos sociales como el de Suecia son tomados como ejemplo a la hora de desarrollar políticas de igualdad, lo que los ha llevado a situarse, entre otras cosas, como los países más felices para vivir. Según el Fondo Económico Mundial, Suecia ocupa el cuarto lugar mundial —solamente por detrás de Islandia, Noruega y Finlandia— como país con una menor brecha de género, mientras que la Unión Europea lo sitúa en la primera posición de sus 28 miembros, muy por encima de Finlandia, Dinamarca o Países Bajos —Islandia y Noruega no forman parte de la UE—.

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Suecia se sitúa en la primera posición en igualdad de género dentro de la UE. Fuente: EuroGender

La discusión sobre cómo mejorar en igualdad de género se ha agudizado en los últimos años. Cecilia Schelin, asignada por el propio Gobierno sueco para la igualdad de género, publicó en 2015 un crítico artículo en respuesta al anuncio de la “política exterior feminista”. Ponía en evidencia la necesidad de seguir trabajando en esta materia y echaba en falta que existiera una estrategia real por parte del Gobierno para conseguir una sociedad verdaderamente igualitaria. Suecia tiene la tasa de empleo femenino más alta de la UE —78%—, es el país europeo con mayor representación de mujeres en el Parlamento —44%— y hasta la Iglesia luterana sueca está encabezada desde 2013 por una mujer, la arzobispa Antje Jackelén. Sin embargo, todavía existen muchas cuestiones por resolver: el 80% de los cargos directivos siguen siendo ocupados por hombres y ninguna de las principales empresas que cotizan en la bolsa sueca están dirigidas por mujeres. Además, el trabajo de cuidados es generalmente asumido por las mujeres, que reciben condiciones laborales peores que las de los hombres.

El feminismo diplomático de Suecia

Frente a la media europea, Suecia tiene un 44% de mujeres en su Parlamento. Fuente: Gobierno de Suecia

El Gobierno socialdemócrata lanzó su política exterior feminista a principios de 2015. Una política de este tipo implica perseguir el objetivo último de la igualdad de género, que para Wallström sigue representando “el gran asunto inconcluso del siglo XXI”. El Estado sueco va a un paso más allá ampliando la relación de los principios feministas con las relaciones internacionales: vincula la consecución de un mundo igualitario entre mujeres y hombres a la conquista de una sociedad más sostenible y la mejora de la seguridad internacional. Para la diplomacia sueca resulta un requisito indispensable fortalecer la posición de las mujeres y acabar con la desigualdad para atender de forma integral asuntos como los conflictos y la globalización.

La perspectiva de género provoca una transformación a la hora de formular y aplicar políticas a nivel nacional e internacional introduciendo un enfoque diferente al predominante. Suecia está intentando proyectar estos objetivos desde instituciones internacionales como Naciones Unidas y la Unión Europea y través de sus relaciones bilaterales con otros Estados. La labor de la política feminista se ha centrado en seis objetivos: garantizar los derechos humanos a todas las mujeres y niñas, asegurar su protección ante factores de violencia, prevenir y resolver conflictos y consolidar la paz, una mayor participación política y social de las mujeres, su empoderamiento económico y asegurar sus derechos sexuales y reproductivos.

Para ampliar: Feminism and International Relations: Conversations about the Past, Present and Future, J. A. Tickner y L. Sjoberg, 2011

Los dilemas de la política internacional

A los pocos meses de tomar el cargo de ministra de Asuntos Exteriores, Wallström se encontró inmersa en una intensa crisis diplomática con Arabia Saudí. En marzo de 2015 el reino saudita retiró a su embajador en Suecia y cortó los lazos comerciales. Acusó a Suecia de interferir en los asuntos internos después de que Wallström hiciera unas declaraciones en las que señalaba la opresión que sufren las mujeres en Arabia Saudí y tachase el régimen de “medieval”. Desde entonces, Suecia ha liderado en el seno de la Unión Europea un cambio en la política exterior comunitaria que intenta hacer prevalecer ciertos valores y derechos ante las relaciones con terceros Estados.

Esta iniciativa encontró una nueva polémica en febrero de 2017. En una visita oficial del primer ministro sueco a Irán, las ministras de Asuntos Exteriores y Comercio, así como otras mujeres del cuerpo diplomático, aparecieron ante el presidente iraní con la cabeza cubierta por un pañuelo. El debate se trasladó al escenario nacional; los críticos acusaron a la ministra Wallström y su Gobierno de “hipócritas”. La discusión sobre los límites reales de una política feminista volvió a los medios cuando en abril de 2017 salió a la luz que un colegio privado musulmán de Estocolmo segregaba a los alumnos en el autobús por sexos. El primer ministro Löfven se apresuró de calificarlo como “despreciable” y algo “alejado de los valores de la sociedad sueca”. Rápidamente surgió la controversia sobre las políticas de acogida de la nación escandinava.

El feminismo diplomático de Suecia
Fuente: Cartografía EOM.

Las políticas de igualdad de género en Suecia han sido un eje central en la estrategia del Estado desde la segunda mitad del siglo XX. Independientemente del color del partido del Gobierno, las acciones centradas en alcanzar una equiparación real entre mujeres y hombres son una piedra central en el modelo de bienestar sueco. La definición de la política exterior como “feminista” es un paso más de las autoridades suecas por avanzar en este camino, pero puede que dentro de los movimientos feministas tachen esta estrategia sueca como feminismo blanco o purplewashing, como ocurre con Justin Trudeau en Canadá, al echar en falta una mayor profundización en el problema del género. Con todo ello, el feminismo no solo se ha erigido en un programa político y social, sino que se ha convertido en una seña de identidad nacional de Suecia. Ahora el Gobierno sueco intenta extrapolar su visión feminista a toda la sociedad internacional.

Para ampliar: Cansadas: una reacción feminista frente a la nueva misoginia, Nuria Varela, 2017


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