Conchita fue la gran ganadora
Mucho se ha dicho sobre la cantante austríaca estos días. Principalmente que su victoria en el festival se debe sólamente al hecho de ser una cantante barbuda. Tras Conchita Wurst se esconde Thomas Neuwirth, de 25 años, quien decidió dar vida al personaje en 2011, y hay que decir que al principio poca gente abogaba por el éxito de la canción austríaca. Cuando se dieron a conocer las canciones participantes de Eurovisión Rise like a phoenix no se encontraba situada entre las favoritas, si es verdad que llamó la atención por su intérprete, pero la cosa se quedó ahí. No fue hasta que el público pudo ver a Conchita en acción durante la segunda semifinal del festival cuando se dispararon todas las apuestas. Con una presentación elegante al más puro estilo James Bond, una puesta en escena llamativa iluminada por las alas de fuego de las pantallas del escenario, Conchita Wurst sorprendió a muchos con su saber hacer. Ya no sólo era una cantante barbuda, era una muy buena cantante barbuda.¿Habría ganado Austria si no hubiera sido por Conchita? Quien sabe, como he dicho la canción era buena, recordaba a los temas de las bandas sonoras de las películas del Agente 007, tenía fuerza, pero había otras tantas canciones igual de buenas. A mí por ejemplo me gustaban mucho las de Suiza o Malta, ambas con un toque folk (aunque me sonaran demasiado al grupo Munford and Sons) o la balada de Armenia con ese dubstep tan bien puesto en la segunda parte de la canción. Pero es aquí donde se debe señalar que Eurovisión no es sólo un festival de la canción por mucho que nos quieran decir. El 50% del resultado depende de la presentación que se haga de la canción encima del escenario. Ha habido canciones muy buenas que se han perdido en una mala puesta en escena y otras canciones mediocres que han conseguido grandes resultados gracias a la actuación final.
Si esto no fuera así los países llevarían a simples bailarines en sus actuaciones y no a patinadoras (Montenegro), trapecistas (Azerbaiyán), saltadores de trampolín (Grecia) o mi favorito, el hámster humano de Ucrania, corriendo dentro de su rueda. Lo que se busca en Eurovisión es asombrar, ser recordado, aunque, como Rumanía, sea por un piano que recordaba más al chakram de Xena que un instrumento, o por ser comparables a Parchís con una nota de color, o cuatro o cinco, como pasó con los islandeses. ¿Habrían cantado sino las rusas encima de un subibaja atadas por el pelo? Austria se arriesgó con Conchita Wurst y su barba, la jugada podría haberles salido muy mal y haber sido el hazmerrír de la noche, pero no, ganaron y a lo grande.
Francia, Polonia, Islandia y Ucrania durante sus actuaciones en Eurovisión
Mención aparte creo que merece Polonia, con una canción, a mi parecer, bastante mala por la voz irritante de la cantante en algunos momentos, pero cuya actuación ha sido y será comentada por esas dos rubias plantadas sobre el escenario enseñando escote y contoneándose en posturitas a cada cual más erótica. Y por otro lado, el premio al grupo friki de la noche creo que sin duda se lo lleva Francia con Twink Twink que dejó a más de uno loco con las pintas de sus componentes, especialmente esas melenas y pantaloncitos del bajista.
¿Y qué decir de nuestra representante? Yo creo que Ruth Lorenzo estuvo muy acertada en su presentación. Elegante, la canción tenía posibilidades, ella lo dió todo, pero como siempre hubo otras que gustaron más. A mí tanto la actuación de Ruth como la de Conchita se me antojaron muy similares. Dos mujeres en el centro del escenario, rodeadas por un juego de luces rojo fuego en el caso de Conchita y azul agua en el de Ruth, vestidos de corte sirena similares, dorado en un caso y plateado en el otro siguiendo con la metáfora del fuego y del agua. No sé, me imagino que ninguna se planteó que otro país tuviera una puesta en escena tan similar, pero así me lo pareció a mí.
Ruth y Conchita tuvieron similares puestas en escena
No hacer un repaso a Eurovisión sin mentar el trabajo del anfitrión Dinamarca. El escenario y todas las posibilidades que ofrecía se merecían un premio en sí mismo. Los técnicos de luces de la gala fueron los grandes ganadores de la noche. Las actuaciones de relleno durante el tiempo de las votaciones dejaron algo que desear, aunque la canción del 12 fue graciosa con todas las referencias a China como chiste recurrente de la noche, la versión del Himno de la Alegría sobre escaleras quedó muy floja la verdad.
Y por último las votaciones. ¿Por qué mentarlas? Porque aunque, como siempre, algunos países trataron de dar la nota con barbas, rapeos o presentadoras que no callaban nunca, Francia te estoy mirando a tí, fuimos otra vez nosotros los que tuvimos el momento memorable de la noche. Y es que después de 35 países hablando perfecto inglés (Francia obviamente optó por el francés) llegamos nosotros y nos lucimos. No puedo decir que la chica no estuviera nerviosa o todo lo que queráis, pero trabaja en televisión y ese quedarse callada y no dar las votaciones, ese acentazo, saltarse los 8 puntos, y luego volver a ellos con un OIT POINTS que se hizo trending topic mundial en Twitter en pocos minutos no tiene perdón.En fin, otro año Eurovisión ha llegado y ha pasado. Nos quedaremos con Conchita Wurst y su barba como recuerdo de la noche y esperaremos a ver con qué nos sorprenden el año que viene.