Revista Insólito

El fielato, arbitrios y consumos

Publicado el 06 mayo 2020 por Monpalentina @FFroi

El fielato, consumos, arbitrios o como se les quiera llamar, eran unos impuestos que se cobraban en una caseta colocada a la entrada de las poblaciones para tasar el consumo de determinados alimentos controlados por el gobierno. Se pagaba por las mercancías que entraban en un pueblo para su venta. 

SIGLO XX: GUARDO HASTA LA GUERRA CIVIL
El fielato, arbitrios y consumos El 1752 el Concejo de Guardo controlaba un arbitrio de cuatro reales por cada cántaro de vino que se vendía en su taberna. Los gobernantes locales adjudicaban su explotación a una persona de confianza. Además, había que dar a la iglesia tres azumbres por cada 30 cántaros vendidos, según el impuesto religioso de los diezmos. El impuesto de arbitrio sobre el vino y la explotación de la taberna del Concejo daba al año unos beneficios de 5.670 reales en el siglo XVIII.
La venta de tabacos siempre fue controlada por el Estado. Su venta en exclusiva se adjudicaba a una persona determinada, llamada Administrador de tabacos, que solía ser alguien influyente nombrado por el rey. En 1816 el administrador de tabacos en Guardo fue el vasco don Francisco María de Astigarraga.
Este control de los alimentos básicos no era bien visto por los habitantes de los pueblos. En octubre de 1893 hubo en Guardo una gran protesta, con manifestación incluída. Los vecinos protestaron por las calles y llegaron hasta la Casa del Concejo. Allí elevaron su disconformidad con el concesionario de consumos nombrado por la Delegación de Hacienda. No fue necesario que interviniera la Guardia Civil.
La caseta de consumos estaba situada en la entrada de Guardo, en la Puerta Grande, justo en el cruce de la carretera a Saldaña y el camino de la Estación. Desde ella se controlaba toda mercancía que entraba en Guardo. Al encargado le adjudicaban el fielato en subasta pública. Se solía pagar bastante dinero, lo cual quiere decir que controlar este impuesto era rentable. En los primeros años del siglo XX los alimentos intervenidos fueron aceite, tabaco, vino, cerveza, chacolí, jabón, alcoholes, aguardientes, granos, pescado del río y mar escabechados, carbón vegetal y de cok, conservas, frutas, hortalizas, verduras y sal común. Por lo tanto, la venta de esos productos no era libre. En 1900, Guardo ya contaba con un matadero público. También se controlaba la venta de carnes. A primeros de siglo, las carnes de vacuno encarecieron de tan manera que el Estado recomendó a la población comer carne de caballo, lo que nunca se había hecho en España pero sí en otros países. A la población le costó mucho pero no hubo otro remedio, pues la carne de vaca tenía precios prohibitivos.
En 1914, el encargado de consumos entregó la liquidación de esa año: 20,889 pesetas de ingresos y 16,742 de gastos. La diferencia era el beneficio que el Concejo tenía que enviar al gobierno. El Ayuntamiento era un simple recaudador de ese impuesto. Pero no siempre las cuentas se presentaban puntualmente. Ese año de 1914, el Ayuntamiento de Guardo tenía que pagar 5326 pesetas del año anterior. El gobernador de Palencia instó a la Corporación municipal para que abonara esa cantidad, pero la tesorería municipal estaba sin un duro. Al Ayuntamiento le debían los vecinos morosos 12.663 pesetas de impuestos. El mismo cobrador de consumos, José Hoya Aguirre, huyo con 3.419 pesetas, siendo después procesado por estafa y reclamado por los tribunales. Entonces, el Ayuntamiento tuvo que hacerse cargo del control de consumos y abrir nuevos libros de control. Ocho meses después, ante la imposibilidad de llevar este servicio, optó por adjudicárselo a Santiago Merino Blanco por 9.005 pesetas.
En 1934, el pleno municipal acordó que el control y cobro de impustos sobre vinos, bebidas espirituosas, alcoholes y carnes fuera realizado por el propio Ayuntamiento. Para realizar esta labor nombraron a empleado municipal José Villarroel Alvarez, abonándole la gratificación de 150 pesetas, más el tres por ciento de la cobranza que realizara. Dos años más tarde, en febrero, varios vecinos denunciaron a este empleado municipal, alegando que era incompatible su cargo de empleado de consumos con el de Guardia Civil retirado. El Ayuntamiento no tuvo más remedio que cesarlo.
En 1940, se desplazó la caseta de consumos al construir un edificio de viviendas en aquel lugar. La colocaron en la parte contraria de la Puerta Grande, es decir, frente a donde había estado. Esta nueva caseta de madera una noche se la llevó un fuerte viento. Fue muy popular como encargado del fielato el tío Pancho, siempre con su cachaba de hierro y su gran y espesa barba. Tenía fama de predecir el tiempo, especialmente las tormentas y temporales.
Los años siguientes a la Guerra Civil, practicamente todos los alimentos estuvieron intervenidos o racionados debido a su escasez. La gente tenía que acudir a comprar con las famosas cartillas del racionamiento, pues sólo daban cierta cantidad por familia o persona. Estas restracciones hicieron mella en la población. La mayoría de las familias pasaron verdadera hambre. Por fin, el 1 de abril de 1952 se acabó con el racionamiento del pan y el aceite, los últimos alimentos confiscados, con lo que desaparecieron las citadas cartillas. (35)
Imagen: Fielato de Camasobres, por José Luis Estalayo.
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(35) AHPP: Censo del Marqúes de la Ensenada, 1752. AMG: actas de las sesiones del Ayuntamiento, 1910-1945. Y testimonios de diversos guardenses.
fielato, arbitrios consumos Cuaderno de Jaime García Reyero en CURIOSÓN
Guardo, sus gentes y su historia
Jaime García Reyero
Editorial Aruz
@2003

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