Rembrandt: "Filósofo en meditación"
“El filósofo (…) tiene que retirarse de la opinión pública, tiene que retirarse del mundo, del mundo social que es, sobre todo y principalmente, un tejido de opiniones públicas (…) La cosa será lamentable, pero es así: opinión pública y filosofía se son mutuamente anacrónicas. La opinión pública está siempre retrasada, la filosófica es siempre prematura (…) (El filósofo), gracias a su serenidad, en medio de la turbulencia, prepara en su retiro el porvenir (…) Descartes estaba convencido de lo difícil e improbable que es que el hombre consiga pensar en la plenitud de este término, esto es, pensar lo que él llama ‘ideas claras y distintas’. Esto es la razón y es sobremanera infrecuente que el hombre logre ejercitarla. Todo el resto de su ser contribuye a empañar la mental retina donde se produce esa casi milagrosa química de pensar lo evidente… Todo apasionamiento enturbia la mente y para esclarecerlo escribió Descartes el ‘Tratado de las pasiones’. El reposo es el desapasionamiento metódico”[Ortega y Gasset(1)].
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«En toda cima hay calma», decía Goethe[2].[1]Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, Madrid, Alianza, 1983, p. 162.
[2] Ortega y Gasset: “Bronca en la física”, O. C. Tº 5, p. 271.