Dicen que el vídeo mató a la estrella de la radio, pero ¿quien acabará matando a las apps? Seguramente las propias apps. La posibilidad de hacer un Juan Palomo con las apps (hay múltiples posibilidades en la red para diseñar apps sencillas pero aparentes) y la moda de tener una app para todo han provocado que las tiendas de aplicaciones estén casi saturadas, y sea muy difícil separar el grano de la paja.
En este informe de Localytics se analiza el número de veces que una aplicación ha sido utilizada en un móvil. Según sus datos, un 48% de las aplicaciones instaladas en un móvil se ha utilizado cuatro veces o menos. Aunque lo mejor es hacer un experimento rápido y sencillo: ¿cuantas apps de tu móvil no las usas nunca?Cuando tenemos appoxicación (hoy es el día de inventar palabras), la utilidad se convierte en algo esencial. Si le añadimos dos ingredientes tan potentes como el juego y lo social, la mezcla puede ser muy buena. Pero cuando nos centramos en aspectos de forma y olvidamos el fondo, las apps acaban en la papelera, o en el cementerio de lo que pudo ser y no fue. Realmente no es el fin de las apps, pero si deberíamos hacer algo con las malas apps.
Precisamente de estos temas hablamos hace unos días en el Congreso de Ingeniería Hospitalaria. Aquí tenéis la presentación que utilizamos:
Mhealth: ideas para sumar y seguir from Miguel Angel Mañez