Revista Cultura y Ocio
El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, Murakami sigue sin enganchar
Publicado el 24 marzo 2010 por Carol
No entiendo muy bien qué me sucede con Haruki Murakami, pero creo que se ha establecido entre nosotros una relación de amor-odio que soy incapaz de comprender. La primera novela que leí de este autor de bestsellers japonés fue Tokio Blues, una novela que me decepcionó bastante y que no me enganchó nada. A pesar de ello decidí darle una segunda oportunidad, me parecía mal desechar a un escritor sólo por una novela, y me lancé a El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. Y si bien he de decir que este libro me ha gustado mucho más que el anterior, me temo que Murakami va a seguir sin ser para mi un autor de cabecera. Reconozco la gran imaginación de Murakami y lo maravilloso de los mundos que crea, además, la novela engancha muchísimo en un principio, pero poco a poco va decayendo, y lo único que deseas es que termine cuanto antes para conocer el desenlace y leer otra cosa. Aunque la idea sea original, para mi gusto a Murakami le falta ese algo indefinido que hace que algunos libros nos emocionen y enganchen, que conectemos en seguida con sus personajes. En esta novela sin embargo, la sobreabundancia de información del principio que consigue captar nuestra atención, acaba convirtiéndose en tediosa, los personajes son tan planos que no conseguimos empatizar con ellos, y la historia acaba enredándose tanto en sí misma, que parece que el autor, llegado a un punto ya no sabe cómo encauzarla. En esta novela nos cuentan dos historias paralelas: una transcurre en el fin del mundo, una misteriosa ciudad amurallada, donde los unicornios mueren al llegar el invierno, y donde para entrar, hay que deshacerse de la propia sombra y perder así todo recuerdo de lo que uno fue; el otro mundo es el despiadado país de las maravillas, donde un informático se ve envuelto en los enfrentamientos entre dos organizaciones por hacerse con el control de la información. Leyendo esta novela he establecido un paralelismo, Murakami podría ser el Paul Auster japonés, un autor correcto con gran imaginación y agradable de leer, pero que no deja de ser un fabricante de bestsellers, sus novelas, una vez terminadas no dejan ningún poso en nosotros. Para los que no estén muy metidos en la literatura japonesa recomiendo tres libros realmente fundamentales, y éstos sí, que dejan un poso profundo y difícil de olvidar en el lector: Botchan de Natsumo Soseki, El rumor de la montaña de Yanusami Kawabata y El pabellón dorado de Yukio Mishima. Feliz lectura!