Revista Diario

El fin justifica los medios

Por Sandra @sandraferrerv
El fin justifica los mediosFrase odiosa de Maquiavelo, publicada en el Renacimiento y convertida en lema de un mundo capitalista que busca el máximo beneficio.
Hoy quiero hacer examen de conciencia. El fin del que quiero hablar, el derecho de la mujer a ser profesional, fuera de casa, y formar parte del mundo laboral. El medio, los hijos que sufren por el camino. No voy a hechar por tierra siglos de sufrimiento y lucha de tantas mujeres que defendieron con su dignidad e incluso con su vida, derechos que en los hombres parecían innatos. Pero llegados a este punto, a un siglo XXI de grandes mujeres profesionales que hacen excelentes carreras políticas, económicas, médicas, pienso en sus hijos e incluso en los que nunca tuvieron.
Grandes mujeres como Isotta Nogarola o Elena Cornaro hicieron pública su virginidad y virtud como si de monjas laicas se tratara para recibir el respeto y la aceptación que, incluso así, no siempre recibieron de sus colegas. Renunciaron voluntariamente a una posible maternidad para conseguir el respeto como mujeres intelectuales. Después de siglos de disputas, querellas, discusiones, acerca de la naturaleza femenina y sus posibles derechos, hemos llegado al día de hoy. Hemos conseguido un cierto respeto, un sitio más o menos destacado en la vida pública y un débil aplauso de la sociedad en general.
Pero, ¿cuál ha sido el precio? Nuestros hijos.
Veo a muchos niños ir de acá para allá, de abuelos extenuados a guarderías llenas de otros niños como auténticas patatas calientes mientras sus madres lloran sin que nadie se de cuenta por miedo a que alguien nos diga ¿no era esto lo que queríais? NO. Puede que algunas mujeres, acontumbradas a que sus hijos, los cuiden otros, quizás sí. O incluso aquellas madres que han puesto en una balanza tener hijos o una carrera brillante y han escogido el segundo platillo.
Yo siempre tuve a mi madre a mi lado. Un regalo que recordaré con cariño y felicidad toda mi vida. Cuando fuimos lo suficientemente mayores, volvió a trabajar. Pero por la mañana y por la noche, siempre estaba allí. Incluso ahora, en su papel de madre-abuela, no pasa un día sin que la vea.
La mujer ha conseguido entrar en el mercado laboral; poder estudiar; respeto social. Pero no nos olvidemos que también somos o queremos ser madres. Muchas voces se levantan cada día más alto en este sentido.
Pues los derechos de la mujer no deberían pisotear los derechos de los niños. El fin no siempre justifica los medios.

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