La famosa Orden Militar de los Caballeros Templarios sigue a día de hoy atrayendo la curiosidad de todos y todas, pero si hay algo que aún suscita dudas o debate es el final de esta enigmática orden; ¿fueron acusados bajo pretextos reales de herejía o simplemente era un montaje orquestado por intereses mayores?
Desde que la orden fue fundada en 1118 bajo el liderazgo de Hugo de Payenstras la Primera Cruzada en Tierra Santa, comenzaría a aumentar en tamaño no solo en miembros, si no en poder económico y político, lo cual también genera problemas con los poderes ya establecidos. No tardarían en despertar el recelo de diferentes reyes y papas.
En 1306 comenzaría el principio del fin, cuando el gran maestre Jacques de Molay se encontraba al frente de la orden. El cometido de los templarios había sufrido un revés del que no se recuperarían unos años antes tras ser derrotados por los sarracenos en Acre, perdiendo así sus últimas plazas en Tierra Santa: perdían así su principal cometido. La pérdida de sus objetivos dejaba a la orden “coja”, pero se mantenía en Chipre, contando aún con una gran cantidad de recursos económicos en Europa y esto llamaría la atención de un rey: Felipe IV de Francia, el Hermoso. Concretamente los restos del tesoro templario que persistía en poder de la orden se encontraban en la torre del temple de París, donde el propio Felipe IV tenía en depósito su riqueza.
Mientras tanto en Roma creyeron conveniente poner punto y final a una orden que había perdido su cometido y que se dedicaba a operar en Chipre. Veían necesario reorganizar las fuerzas disponibles de la iglesia, pues las órdenes militares cruzadas habían perdido sus dominios en Tierra Santa: una fusión de las órdenes militares del Hospital y de los Templarios. El maestre templario respondió negativamente a la proposición del Papa, sentenciando así a la Orden Templaria.
Aquí es donde conectarían los intereses de Roma y el rey francés: en 1305 accedía al papado Clemente V, una marioneta de Felipe IV. El monarca quería obtener recursos financieros para pagar los endeudamientos de Francia tras la última cruzada, y que mejor poner fin a la Orden del Temple para poder retirar sin oposición las riquezas de la torre del temple en París. Comenzaba a ponerse en marcha una maquinaria para actuar contra la orden, mediante la difamación, acusaciones e investigaciones viciadas.
Los Templarios fueron acusados de herejes, de sacrílegos, sodomía y de adorar a ídolos paganos e incluso demoniacos:
-Se les acusó de renegar de Cristo, adorando a Baphomet de carácter demoniaco e incluso a Mahoma.
-Acusados de escupir sobre la cruz católica. -De practicar un ritual donde se besaba al maestre en diversas ocasiones y partes del cuerpo, considerándose obsceno, llegando a ser acusados de permitir las relaciones sexuales entre miembros de la orden (sodomía).
En 1307, Jaques de Molay viajó hasta Francia para reclutar templarios, descubriendo así las acusaciones que tachó de falsas. Felipe IV actuaría rápidamente antes de que el maestre de la orden pudiera acallar las acusaciones, por lo que Molay y sus acompañantes fueron apresados bajo el pretexto de práctica de artes oscuras. La persecución de templarios era ya efectiva en Francia, siendo muchos de ellos quemados.
El Papa Clemente V en ningún momento creyó los cargos arrojados sobre los templarios, pero apenas tenía capacidad para hacer frente al rey francés, pues prácticamente le debía su posición. Las torturas realizadas a los templarios para obtener confesiones obtuvieron simplemente las respuestas que buscaban, y los torturados las decían con tal de que el sufrimiento parara. Después de quedar libres, los templarios desmentían todo aquello cuanto confesaron bajo tortura. Clemente V ordenó suprimir los bienes de la orden así como la disolución de esta. Para evitar que Molay y sus allegados fueran ejecutados los confinó a cadena perpetua, pero Felipe IV no quedaba satisfecho. Fueron llevados a la plaza de Notre-Dame de París, donde se leyeron los cargos contra ellos, sin que Molay y los suyos entendieran que estaba ocurriendo realmente, por lo que intentó defenderse en público. El rey consiguió que pasaran a manos de la justicia real, por lo que sin dilación ordenó ejecutar al maestre y a sus comendadores.
Era el año 1314, y Molay moría en la hoguera sin entender aún que estaba ocurriendo realmente. Parece que el karma actuó y poco después el monarca francés, quien buscó su descredito, moría tras un accidente de caza que le propició un derrame cerebral. Irónicamente a petición del propio rey, su corazón fue llevado al monasterio de Poissy junto a la Gran Cruz Templaria.
Todo parece indicar que los Templarios fueron víctimas de una conjura bajo los intereses del rey francés, pero ¿Tú que piensas?
Carlos Albalate Sánchez