Lo único verdaderamente malo de un ciclo como tal es que adolece de un defecto básico que viene de fábrica: siempre termina. Cuando el final apunta a un ciclo que deseamos olvidar, se las ingenia para dar un golpe de efecto que abre las puertas de algo nuevo y positivo. Cuando el ciclo es todo lo contrario, excelente, extraordinario en este caso, ese revés que no deseas ver ni en sueños llega aunque uno trate de evitarlo. Y es tan contundente y desagradable que uno no es consciente de hasta qué punto es en ocasiones necesario.
Si hubiese escrito este mismo post ayer, habría cargado duramente sobre la Selección y posteriormente habría alabado los éxitos de estos últimos años. Sin embargo, no ha sido así. Veinticuatro horas de tranquilidad han permitido que escriba las cosas al revés de cómo tenía intención de plantearlas. La eliminación frente a Chile es tan dura y cruel que permite evitar todo tipo de excusas y reconocer por fin que se cierra el ciclo más exitoso de la historia de nuestro país (futbolísticamente hablando) y que supone además un hito inédito con tres grandes títulos internacionales consecutivos. Tal vez sea algo difícil de digerir para el aficionado medio pero sólo así puede uno echar la vista atrás y recordar aquella tanda de penaltis frente a Italia, aquella segunda parte antológica frente a Rusia, el gol de Torres en aquella misma Eurocopa de 2008, el cabezazo de Puyol frente a Alemania, el gol de Iniesta frente a Holanda en aquel Mundial de 2010, el doblete de Xabi Alonso frente a Francia, los penaltis frente a Portugal o el contundente resultado frente a Italia en la Euro 2012.
Sin todo ese ruido en la cabeza podemos hablar ya sí de fin de ciclo. Pero, ¡vaya ciclo! Todo aficionado español debe sentirse orgulloso de lo logrado por estos jugadores independientemente del feo final elegido para la ocasión. Era necesario. Solemos demonizar enseguida a los héroes caídos, como le ocurrirá quizá a los Nadal, Gasol etc (aunque cueste creerlo) por lo que lo mejor es cerrar una época y abrir otra nueva lo antes posible que tiene en la Eurocopa de 2016 su próximo objetivo.
Terminado el casi obituario de esta gran generación, van unas ideas sobre lo visto recientemente en Maracaná y, en general, en Brasil. Chile ganó. Y lo que es peor, ganó con toda justicia, sin excusas, privando a propios y extraños de la posibilidad de buscar excusas fuera de un grupo que parece cansado en todos los aspectos y carente de una garra que es indispensable para levantar una Copa del Mundo. Holanda resultó no ser un espejismo sino más bien una dura realidad. El temor de del Bosque a los cambios radicales hizo que apenas cambiasen dos piezas (Pique-Javi Martínez, Xavi-Pedro) pero no el esquema de juego. Y así pintó enseguida. No fue necesario sufrir demasiados minutos y a diferencia de Holanda, el descanso ya había dictado sentencia.
Se repitieron todos los errores. Diego Costa volvió a estar totalmente perdido arriba y desenchufado en medio de un sistema que ni se acopla a él ni él al sistema. Tampoco hubo apenas peligro en la portería de Claudio Bravo, sólo inquietado por un fallo inexplicable de Busquets cuando lo tenía todo de cara para anotar. Chile además se merendó físicamente a España, igual que ocurriese en el primer partido. Cada carrera chilena ganaba infinidad de metros y helaba el corazón de la defensa española que ha sido la peor línea de España en toda la competición.
En definitiva, una concatenación de errores y defectos, los mismos que ya se trataron en el anterior post y que sirven perfectamente para ilustrar los problemas de esta Selección. Ya advertían algunas voces que el relevo generacional era necesario pero tampoco hay que confundir términos. No hace falta un equipo nuevo pues de hecho muchos de sus integrantes son jóvenes: Mata, Silva, De Gea, Jordi Alba, Azpilicueta, Pedro, Ramos. El problema radica en el corazón de este equipo: Xavi, Casillas, Puyol en su momento, Villa, Xabi Alonso. Todo ellos superan la treintena y se advierte un notable cansancio acumulado. Sin ellos, España necesita nuevos referentes y todavía no los tiene. Y es por ello que el papel de del Bosque se ha vuelto completamente en su contra. Como ya he dicho, tan reacio a los cambios, sólo optó por una novedad en la Euro 2012, Jordi Alba, y por dos en este Mundial: Azpilicueta y Diego Costa. Prácticamente van dos años de retraso y muchos nombres nuevos que sorprendentemente todavía no forman parte del bloque: Ander Herrera, Thiago, Isco, Carvajal, Alberto Moreno, Iñigo Martínez y un largo etcétera que dependen también del seleccionador que cada uno llevamos dentro. Hace falta un relevo en el interior de este equipo, novedades que aporten la garra perdida y el espíritu competitivo de antaño.Si dicho relevo saldrá de del Bosque o no dependerá de él mismo pues le restan dos años de contrato, aunque por responsabilidad puede y debe cambiar sus actuales planteamientos.
Pero es pronto para todo ello. Paciencia, autocrítica y nuevo proyecto a largo plazo. España conoce las claves del éxito (sigue siendo la vigente campeona de absolutamente todo, no lo olvidemos), cuenta con una cantera que acumula ya varios mundiales y europeos en distintas categorías y, por qué no recordarlo, un bloque de jugadores ya consagrados y de sobrada calidad. ¡Ah! y desapareció la presión de ser el favorito, cualidad que con el paso del tiempo suele convertirse en una losa más que un halago. Todo ello puede y debe contribuir a retomar la senda del éxito que la mejor generación de futbolistas de la historia ha perdido.